Inicio Venezuela La revolución amarilla en Francia devora a sus hijos

La revolución amarilla en Francia devora a sus hijos

Como Saturno, el dios romano del tiempo que devoró a sus hijos por miedo a que lo destronaran, el movimiento francés de los «chalecos amarillos» ha ido fagocitando a la mayoría de sus «vástagos» que por una razón u otra han asomado la cabeza.

El último episodio de tensión en esta revuelta, que no tiene líderes oficiales, se produjo esta semana con una de sus figuras de proa, el francoportugués Jérôme Rodrigues, quien primero dio a entender que se apartaba de la primera línea de combate, aunque después rectificó.

Este albañil, nacido en las afueras de París de padre portugués y madre francesa, fue el icono de la última y decimosegunda manifestación de los «chalecos amarillos» en París, que el pasado sábado atrajo a unos 13.000 participantes.

Con su parche pirata en el ojo derecho y subido a una tarima, fue aclamado por miles de activistas, que le reconocieron como símbolo de las denuncias contra la violencia policial. Su ojo está tapado desde que recibiese el pasado 26 de enero un proyectil supuestamente lanzado por los antidisturbios.

Cansado de recibir reproches de sus compañeros de lucha por supuestamente haber propuesto un acercamiento a los sindicatos, Rodrigues explotó el miércoles en las redes sociales.

«No soy más que una persona normal. Siento haber decepcionado a tantos. Abandono todo proyecto y otras formas de acción de los descontentos que no pueden tener un mínimo reconocimiento», escribió.

Esta icónica figura, cuyo barbudo rostro ha sido reproducido en camisetas, chapas y banderolas, matizó horas después sus palabras y en su cuenta de Facebook aseveró que no se baja del barco.

Rodrigues es la enésima figura pública envuelta en luchas intestinas en el jovencísimo movimiento contestatario, iniciado el pasado 17 de noviembre contra el alza del impuesto al carburante.

Aunque esta revuelta ha tenido una gran influencia política y social -el presidente francés, Emmanuel Macron, tuvo que anunciar en diciembre medidas de urgencia para aumentar el poder adquisitivo para aplacar la ira-, también ha mostrado grandes debilidades.

Organizados espontáneamente en las redes sociales al margen de partidos y sindicatos, los «chalecos amarillos» han sido un campo fértil para las luchas internas: al margen de Rodrigues, al menos otros cuatro rostros mediáticos del movimiento han dado un paso al lado.

Jacline Mouraud, una acordeonista bretona que grabó un popular vídeo que está detrás de la gran movilización del 17 de noviembre, denunció haber sido amenazada de muerte por haberse posicionado como una moderada favorable al diálogo con el Gobierno francés.

Atribuyó estas amenazas al grupo de apoyo al camionero Éric Drouet, figura de la facción más radical de los «chalecos amarillos» y que llegó a ser arrestado a inicios de enero por «organización de una manifestación no declarada».

«Por un lado está la facción de Drouet que quiere acabar con la democracia francesa y, del otro, hay gente como yo, considerada moderada. Me han amenazado de muerte y las últimas han sido la decapitación», denunció Mouraud en diciembre.

Otro rostro muy conocido por los franceses, Priscillia Ludosky, también ha terminado por dejarlo. Disgustada con las derivas del movimiento, cuya manifestación más virulenta acabó el pasado 2 de diciembre con el saqueo del Arco del Triunfo parisino, rompió también con Drouet en enero.

«Durante semanas he estado en silencio y no hablo sobre Eric Drouet y sus acciones. No quiero empañar más el movimiento con historias de críos», refirió Ludosky, quien, junto al camionero, fueron los primeros «chalecos» en reunirse con un alto cargo del Gobierno francés, el ministro de Ecología, François de Rugy.

La revuelta amarilla también se ha resquebrajado por la proximidad de las elecciones europeas del 26 de mayo. Al menos cuatro grupos que se reivindican como «chalecos amarillos» han manifestado su intención de constituirse en partido.

Drouet se ha apresurado en descalificarlos al estimar que no representan al movimiento.

«Nosotros no estamos en ese debate (presentarse o no a las europeas). Tienen toda la libertad a presentarse a título personal, pero no con el nombre de los ‘chalecos amarillos’, por eso les hemos pedido que retiren esa denominación», comentó a Efe el camionero de 33 años.

Entre los grupos ya anunciados, destaca el liderado por Ingrid Levavasseur, una asistente de enfermería famosa también por su paso por los platós televisivos.

Pero en ese embrión de lista, llamada Reunión de Iniciativa Ciudadana, ha contado ya con una defección de peso, la de Hayk Shahinyan, otra mediática figura de los moderados del movimiento que ha criticado la intransigencia de otros miembros.

EFE / EKB