«Podrán tener prisionero mi cuerpo, pero jamás mis pensamientos y mi espíritu, ahora más que nunca, seremos libres», dijo Jerez, en un mensaje divulgado por su hija, Starina Talavera Jerez, en sus redes sociales.
Jerez, quien se hizo conocida en Nicaragua durante el estallido social de abril cuando llamó a los comerciantes a la desobediencia civil, fue arrestada el 18 de julio.
Aunque a la líder comerciante se le atribuyeron los delitos de fraude y engaño, es considerada como una de cerca de 200 reos políticos que se encuentran recluidos en cárceles de máxima seguridad, tras protestar contra Ortega.
«Mi guerrera está con más energías que nunca, sigue fuerte y firme», aseguró Talavera.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha advertido que Nicaragua vive una «tercera fase» de la represión gubernamental, «más ruda, más explícita y burocrática», que es la «criminalización de manifestantes».
CIDH y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) han responsabilizado al Gobierno de Nicaragua de «asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detenciones arbitrarias», lo que el presidente Daniel Ortega ha negado.
Nicaragua vive ahora la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de 1980, también con Ortega en la Presidencia.
Las protestas contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, comenzaron por unas reformas a la seguridad social, que finalmente fueron retiradas, y se convirtieron en la exigencia de que renuncie el mandatario, después de 11 años en el poder, entre acusaciones de abuso y corrupción en su contra.
EFE/ MC
