Inicio Venezuela Los jóvenes cubanos se lanzan al rescate tras el tornado

Los jóvenes cubanos se lanzan al rescate tras el tornado

Ocurrió en menos de un minuto. Un zumbido como el de la turbina de un avión y después el caos. Cayeron las paredes y el techo en una lluvia de escombros que por milagro solo ocasionaron leves heridas a Leonel. El anciano agradece estar vivo pero lamenta haber perdido la mayoría de sus posesiones y recuerdos: «pasar toda una vida, llegar a 91 años, ya en el ocaso, y te encuentras esto», solloza.

Su baño y cocina también están al descubierto, quedando solo el salón techado aunque en riesgo de desplomarse. El tornado del 27 de enero provocó 619 derrumbes totales y unos 2.000 parciales, seis muertos, casi 200 heridos y unos 10.000 desplazados.

En algo más de dos semanas la casa de Leonel y Pirita ha evolucionado desde un amasijo de cascotes y muebles a un espacio modular a la intemperie listo para reconstruir.

Un grupo de treinta universitarios cubanos, entre ellos sus nietos, asumió la ardua tarea de retirar los escombros, salvar los enseres aprovechables e incluso apilar en un rincón ladrillos y otros materiales aptos para reinventar las futuras paredes de la casa.

«No preguntaban cuándo iba a terminar el trabajo, cuándo comían, cuándo merendaban, seguían trabajando hasta que no se veía, porque ni teníamos sol ni corriente», relata el anciano, conmovido por la movilización masiva y espontánea de estos y otras decenas de miles de jóvenes voluntarios para ayudar a quienes, como él y su esposa, lo han perdido casi todo.

Ana Laura, estudiante de psicología de 22 años en la Universidad de La Habana, reunió a diez de sus compañeros para visitar los barrios más afectados. Comenzaron jugando con niños cuyas escuelas habían quedado malogradas y tras reiniciarse las clases pasaron a trabajar con adultos: «Seguimos tocando sus puertas, viendo qué están haciendo, cómo les va, qué otra crisis están viviendo», explica a Efe la joven.

Mientras, en Facebook, Twitter e Instagram se multiplican las convocatorias organizadas por jóvenes cubanos, ya sea para aportar fuerza de trabajo o donar efectivo, ropa y alimentos que faciliten la vida de los vecinos en las zonas afectadas, donde la luz y el agua se fueron restaurando paulatinamente.

La destrucción a causa de un desastre natural no es algo nuevo en Cuba, un país azotado frecuentemente por huracanes. Sí lo es la excepcional implicación de los jóvenes, con la ayuda de una valiosa herramienta: su teléfono inteligente.

Tras un largo apagón voluntario y forzado a partes iguales, Cuba abrió en diciembre el servicio 3G, lo que ha permitido por primera vez -a quienes puedan costeárselo- un acceso estable a internet desde el móvil.

«Nuestro grupo se ha organizado por WhatsApp y se comunica por WhatsApp. Hace dos meses, esto no habría sido posible», declara Ana Laura. Su compañera Iliet apunta que las redes sociales han sido clave a la hora de «establecer los contactos de las personas que necesitan ayuda y convocar a voluntarios».

Libres de escombros y asistidos por estas dos profesionales del estado de ánimo, a Leonel y Pirita les queda por delante el último y más difícil reto: reconstruir su casa. «Ahora se ve muy fea, pero la tenía muy bonita», asegura ella.

Para lograr su objetivo confían, primero, en recibir materiales, y segundo, contar con decenas de familiares, amigos y sobre todo jóvenes voluntarios con fuerza y habilidad para levantar tabiques, desplegar tejados y restituir conexiones.

El anciano confiesa que, abatido por la desgracia, ha hallado en las nuevas generaciones una inyección de esperanza: «Quien diga que la juventud cubana está perdida, que coja un cepillo de dientes y se lave la boca», sentencia.

EFE / EKB