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Los Juegos del Hambre

La madre cargaba a Royer Machado de 18 meses, envuelto en una cobija, como si estuviera durmiendo. Su última comida fue agua de leche, la única que recibió el dia anterior. Royer murió de hambre mientras dormía. Kevin Lara murió por comer raíces no aptas para el consumo humano, el dia que cumplía 16 años. 4 bebes menores de 2 años murieron los últimos 20 dias en el Hospital Central de San Cristóbal, también desnutridos y con pocas esperanzas de conseguir los insumos médicos necesarios para recuperarlos.

41 niños murieron por desnutrición hasta septiembre del 2017 en el Hospital de Güaiparo, San Félix, Estado Bolívar, entre ellos Gilbert Mendoza, que tenia tan solo 3 añitos y pesaba 11 kilos. Su carita huesuda y sus ojos tristes y sin otra expresión más que la que puede tener un bebe que no entiende lo que le sucede, fueron noticia en las redes y en las páginas noticiosas. Vinieron a mi mente aquellas imágenes de los niños de Etiopia, en aquella hambruna que pasó aquel país en los años 80, donde murieron más de un millón de personas.

Podría pasar horas escribiendo este eterno obituario sobre la muerte de niños, jóvenes, ancianos, presos que sufren los embates de la desidia, la ineptitud y la maldad de un régimen que se niega a aceptar que fracasó, que destruyó las empresas y arrasó con el campo, liquidando la producción nacional, y que además, se robó el dinero de las arcas públicas para enriquecerse, para regalarlo, para hacerse propaganda y lobby internacional, y ahora tiene a casi el 90 % de la población pasando hambre, un gran porcentaje comiendo basura, y algunos resignados a ir apagándose poco a poco, sacrificándose para que otros miembros de su familia coman, como leí hace poco en un estudio que hablaba de cómo las abuelas están dejando de comer para que sus hijos y nietos coman.

No voy a escribir sobre cifras y estadísticas, porque organizaciones en Venezuela ya lo hacen de forma muy profesional. Escribo con el pensamiento puesto en quienes se acuestan sin tener algo en el estómago, en esos padres que escuchan como lloran sus niños por hambre hasta quedarse dormidos en una especie de desmayo continuado, sin saber si despiertan. Yo he visto los estragos que el hambre trae en los cuerpos de las personas. Como se va consumiendo la masa muscular y poco a poco el rostro va poniéndose cadavérico. Pero las peores lesiones son internas, los riñones, el páncreas, el hígado, el aparato digestivo, y el cerebro en los niños, con graves consecuencias para su desarrollo, si es que se recupera totalmente.

Esta es la generación de relevo, la que no conoce otro sistema de gobierno sino este cáncer contagiado de poder y destructivo, que se extiende por todo el país, y que poco a poco le va chupando la sangre, la esperanza y hasta la vida, a quien no tiene otra cosa más que sus manos para trabajar y su aliento para seguir adelante, como sea. Esos niños desnutridos serán si es que sobreviven, el futuro del país. Imaginen ustedes lo que esto significa, en cuanto a deficiencias en su educación, y en su capacidad de salir adelante ante la competitividad que hoy en dia exige la sociedad moderna.

El instinto del ser humano es sobrevivir, pero ha habido casos donde prevalece la supervivencia del más apto. Padres que escogen entre sus hijos a quienes alimentan mejor y a quien sacrifican, cuando el hambre es extrema, y no hay nada más que hacer. También se de padres que prefieren abandonar a sus hijos en la vía pública, para que alguien se apiada de ellos, o lo dan a otra familia que si pueda mantenerlo.

La dictadura de Nicolás Maduro niega la crisis humanitaria. Y lo hace a viva voz, con funcionarios regordetes que tienen todas las características de estar comiendo muy bien, y que se burlan del hambre y las necesidades de la gente, como por ejemplo, Delcy Rodríguez, quien tuvo el tupé de afirmar que los venezolanos comen 3 veces al día y que los niños en las escuelas reciben dos comidas y una merienda. Son barbaridades como estas las que van mermando la paciencia de aquel ciudadano de a pie, que mira como se le está escapando su vida, o la vida de sus seres queridos, y que, aquellos que por estar en el poder, tienen el deber de garantizarle sus derechos fundamentales como lo son, la vida, la alimentación y la salud, simplemente no lo hacen, pero por los peores motivos, por la mas vil de las excusas: la conveniencia política.

Los peores instintos surgen cuando se expone al ser humano a los extremos, y en el caso venezolano, al punto de ver como sus hijos, nietos, abuelos, familia, amigos, se mueren de inanición. ¿Hasta donde piensa este régimen estirar la cuerda en ésta historia de horror? ¿Hasta donde piensas jugar con el hambre del venezolano Nicolás? Yo no tengo la menor duda de que solo saliendo de este régimen ladrón, inepto y malvado, es que comenzaremos a recuperar a Venezuela, y con ella, a mi gente. Yo quiero ver en los ojos de los niños de mi país, la alegría y la esperanza, y que cada uno tenga la oportunidad de desarrollarse y las mismas oportunidades de progresar. Los niños de Venezuela no merecen nacer para sufrir, porque nuestro país todavía es, tierra de gracia. @TAMARA_SUJU
Tamara Sujú Roa