El mito del abominable hombre de las nieves sufre una vuelta de tuerca en la divertida película animada “Pie Pequeño” (Smallfood), que acaba de estrenarse en Venezuela. Y lo hace a través de la historia de Migo, un Yeti (Pie Grande) que vive junto al resto de su especie en un lugar aislado en lo alto de las nevadas montañas del Himalaya.
La comunidad de los yetis funciona con la literal efectividad de una maquinaria de reloj. Cada uno de sus miembros, cual engranaje, cumple una función específica para el bien de todos. Es tal su alegría, que el filme arranca con una canción sobre el conformismo, interpretada por Migo (Channing Tatum en su versión en inglés). El tono de feliz complacencia ante el status quo, nos remite de inmediato al inicio de “La gran aventura Lego” y su canción “Todo es increíble”.
Migo será el primer yeti de su generación en encontrarse frente a frente con un humano, un Pie Pequeño, un descubrimiento que sacudirá el orden social de su comunidad y de sus milenarias creencias.
Dirigida por Karey Kirkpatrick (Imagine) y el debutante Jason Reig, el punto de partida de “Pie Pequeño” es similar al de otros títulos dirigidos al público infantil, como “Monsters Inc.”. Propone una historia entrañable, en la cual no faltan gags físicos, herederos de los emblemas de la animación de Warner, como los Looney Tunes, y números musicales en la línea de clásicos recientes del género. Sin embargo, el filme logra encontrar su propia voz para hablarle, gritar o cantar a cada uno de los espectadores de la sala, sin importar la edad.
Los pequeños de la casa podrán disfrutan con una entretenida historia que les enseña el valor de la amistad y el respeto por el diferente, a la vez que los mayores serán testigos de una sutil reflexión sobre la tradición y el cuestionamiento de las normas previamente aceptadas.
Con correctísima animación digital, buen manejo del humor, algunos números musicales, divertidos personajes y hasta pertinentes moralejas, “Pie Pequeño” es uno de los gratos e inesperados aciertos del año en su género.
Aquilino José Mata/ EDC
