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Trump contra el Arco Minero

Contrario a lo que recomendaban algunos operadores políticos al gobierno de Donald Trump en Caracas a comienzos de octubre, no es solo que no está planteado un “Acuerdo” entre los presidentes de Estados Unidos y Venezuela para “destrabar” la crisis, sino que, el Consejero de Seguridad Nacional de EEUU, John Bolton, anunció el jueves desde Miami una nueva lista de sanciones contra la administración madurista que incluye la prohibición de comerciar con oro que se agregan a las que se habían aprobado con relación al petróleo.

Dicho de otra manera: ya no son solo los cercos y barreras que se han implementado con relación al oro negro, sino que, ahora también alcanzan al amarillo y su principal proveedor que son las minas ilegales y ecocidas que han ido surgiendo en torno al proyecto aurífero que Maduro llama “Arco Minero”.

Decisión de extrema gravedad para la maltrecha salud económica del régimen, y que no puede ser producto de otra cosa sino que, el gobierno de Donald Trump, no ha percibido en los últimos meses señales que induzcan a pensar que se pueden esperar cambios del dictador sucesor de Chávez si se le da “zanahoria en vez de garrote”, y en consecuencia, se insiste en la política de apretarle la soga que es por donde cree se pueden esperar resultados.

Desde esta perspectiva, pienso que no hay duda que el asesinato del dirigente opositor y concejal Fernando Albán el cinco de octubre pasado -lanzando su cuerpo desde el décimo piso del edificio donde había sido recluido y torturado hasta producirle la muerte-, jugó un papel fundamental, pues, ya no cabe llamarse a engaños, en cuanto que, en Venezuela impera una dictadura de la misma factura y perfil que la cubana y la nicaragüense.

Pero hay más, mucho más: Mike Pence, el vicepresidente de Estados Unidos, denunció el martes 23 de octubre que, el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, le había manifestado que la marcha ilegal de hondureños hacía su país había sido organizada por la izquierda encabezada por el expresidente, Manuel Zelaya y financiada por el régimen de Maduro.

Y un seguimiento de las comunicaciones de Zelaya con los marchistas, vía tuiter, no dejó lugar a dudas de que los saludaba entusiasmado y los animaba a que continuaran hasta el norte y por el objetivo final.

Pero Maduro y su canciller, Arreaza, tampoco pudieron ocultar la emoción que les producía la marcha, y el segundo, de una vez, declaró que por qué no se pedía para los marchistas hondureños “un canal humanitario”, así como se había pedido para los refugiados venezolanos que emigraron hacia países del sur como Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Argentina y Chile.

En otras palabras que, es posible que la marcha de los hondureños hacia Estados Unidos, y el financiamiento de Maduro, hayan contribuido más que ninguno otro lineamiento de política exterior, a convencer a la Administración Trump que se enfrentaba a una conspiración de naturaleza continental que pasaba por, la movilización de masas de pobres centroamericanos hacia las fronteras norteamericanas, provocar el choque que era de esperarse porque el gobierno de Trump no los dejaría cruzar y decirle al mundo que su gobierno violaba los Derechos Humanos pues les negaba a asilo a quienes lo necesitaban.

Conjunto de incidentes que coincidía con la celebración de elecciones parlamentarias en EEUU el próximo 6 de noviembre y, debían buscar el objetivo ulterior de ganarle votos entre el electorado hispano a los candidatos del partido Demócrata en el Senado, en franca minoría con la relación a los candidatos republicanos.

Y es desde esa perspectiva que, John Bolton, en el discurso pronunciado en Miami el pasado jueves, no habló de un chiflado, del chiflado Maduro, sino de los “Tres Chiflados del Socialismo”, Maduro, Díaz-Canel y Ortega, que integran una suerte de trioka (la “Trioka de la Tiranía”), aliada de China, Rusia y el terrorismo islamismo en su intento de subvertir la democracia en la región, a través de una remake de la “Guerra Fría”, que retrocede las agujas del reloj histórico a los tiempos de Stalin, Mao, Pol Pot, la dinastía Sung, y Fidel Castro.

Pero, si no se trata solo de Maduro, sino de Maduro, Díaz-Canel y Ortega y de su alianza con enemigos extracontinentales de la libertad, la democracia y los Estados Unidos como China, Rusia y el terrorismo islámico, entonces hay que ver el conjunto de las política de “Los Tres Chiflados” como parte de la problemática de la región y exigir sea planteada y resuelta por la colaboración y la solidaridad continental.

Y es, manejando esta variable, cómo se explica en una lista de sanciones de Estados Unidos contra Maduro la aparición del tema del oro, pues no hay dudas que Maduro y su pandilla de narcosocialistas viene utilizando la explotación y exportación del oro que se produce en la zona sur del país para escapar del acoso que se le viene aplicación con relación al petróleo y las finanzas, pero dejando intocada una “caja negra”, el llamado “Arco Minero”, que no es sino la plataforma donde operan mafias militares, grupos guerrilleros colombianos y bandas de civiles que llaman “pranes” que extraer oro en cantidades no fiscalizadas, colocarlo en mercados fuera de regulación internacional como el turco, y el argelino y permitirle al gobierno obtener divisas para comprar armas de guerra, equipos sofisticados para el espionaje y la represión y tecnología electrónica de punta para implementar operaciones monetarias ligadas al mercado negro y a las criptomonedas.

En otras palabras, una perversión que compromete tanto como 111.843. 70 km, -la superficie de Cuba y algo menos de la tercera parte del Estado Bolívar-y se extiende por la reserva forestal de la Sierra Imataca, el Parque Nacional Canaima y las cuencas de los ríos Cauca y Caroní, que están siendo literalmente devastadas por la minería ilegal y la depredación de militares corruptos, pranes y garimperios, que ponen en peligro, no solo los caudales de aguas que alimentan el Complejo Hidroeléctrico de Guri, sino la salud de la Selva Amazónica.

Desde luego con planes inconfesos, puesto que, el Estado Bolívar, Guayana y toda la región sur del país, esta siendo manejada sin otro acceso que no sea el de las mafias maduristas, entre cuyos planes, puede estar su declaratoria de una suerte de región liberada, en caso de que la comunidad internacional decida liquidar, a través de una intervención militar, la extrema calamidad por la que Venezuela está dejando de ser un país para convertirse en una zona de ocupación que el extremismo comunista nacional, continental y mundial se está reservando para sobrevivir. @MMalaverM
Manuel Malaver