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Venezuela: ¿Tres visiones de un mismo país?

No es un secreto para nadie, Venezuela está padeciendo la crisis político-social más grande desde su independencia, sin duda está atravesando el periodo más nefasto de su historia. La mentada “revolución bolivariana” ha sido la estafa más grande que se haya conocido en el mundo, el chavismo es la escenificación misma de la corrupción y la ineficiencia.
“Pobreza” por doquier es el legado del comandante Chávez a sus seguidores y a sus detractores, la implementación de un modelo económico probadamente fracasado que destruyó el aparato productivo nacional y en consecuencia nos está dejando una –hasta ahora– incalculable pero ya inmensa deuda.
No hay exageración en ninguna palabra que se utilice para describir el caos en el que se encuentra el país, la miseria se ve en las calles cuando los ciudadanos rodean unas bolsas de basura para encontrar algo con que satisfacer su necesidad básica de alimento, no hay distinción entre niños y adultos, entre los pocos partidarios del régimen que aún quedan o los millones de detractores, a todos los abaten los mismos problemas.
Los ciudadanos de a pie no saben cómo hacer entender al liderazgo político lo complejo que es tratar de sobrevivir en medio de esta situación. La política lleva su propio tiempo pero el día a día de esta crisis lo padece la gente mientras el régimen y los actores políticos alternos tienen visiones distintas.

¿Tiene sentido seguir insistiendo en combatir a un régimen neo-totalitario con medios democráticos?
Analistas, académicos, comunicadores sociales y actores políticos debaten las diferentes formas de abordar el caos que vive Venezuela –una situación repetitiva en los últimos 17 años–. Para muchos la enfermedad está detectada y se llama “socialismo”, la cual se intensificó en el país con un espantoso virus llamado “chavismo”. Pero ¿Cuál es el tratamiento que se debe seguir para sanar el país?
La clase política que pretende ser la alternativa lleva años tratando de llegar al poder político, pero le ha costado entender que a este régimen no le podrá vencer por las vías tradicionales. La incoherencia de llamar a Nicolás Maduro “tirano o dictador” para después medirse con él en unos eventos electorales absolutamente manipulados no la entiende nadie.
Por ahora las circunstancias siguen siendo las mismas de siempre, para sacar el régimen del poder y recuperar la República se requiere una estrategia sólida y sin temor a aplicarla. No se puede pensar en elecciones mientras la tiranía siga usurpando el poder.

¿Y el apoyo de la comunidad internacional?
Sin duda los actores internacionales están haciendo un mejor esfuerzo en el último año comparado con lo que hicieron en años anteriores, hay que decir que al expresidente Chávez le permitieron muchas violaciones de derechos humanos con las que coloquialmente se hicieron los locos, si en aquél tiempo hubieran presionado quizás Maduro ni siquiera hubiera llegado al poder.
Hoy día hay que tener claro que el tiempo para los actores internacionales no es tan imperioso como lo es para los niños y adultos que claman por tratamiento médico, o las personas en general que sufren de hambre. Por tanto el ritmo de la presión internacional es visto como lento para las necesidades apremiantes de la población venezolana.
Son los actores políticos de oposición los que deben arriesgar más, la comunidad internacional no va a dar un paso si en lo interno no hay una cohesión entre las fuerzas alternas. Los ciudadanos deben exigir al presidente (E) Juan Guaidó y a los demás diputados de la AN que asuman la responsabilidad de tomar las decisiones sin complejos, mientras ellos dudan se pierden vidas, por ello no se puede seguir jugando a la retórica del: “#Vamosbien” cuando en la calle la gente no siente lo mismo.

Ante ese escenario: ¿Cómo sostener la esperanza?
El régimen neo-totalitarista que preside Nicolás Maduro evidentemente parece demostrar que tiene una planificación desordenada pero con un norte muy definido mantenerse “como sea” en el poder político, sus apegos a un modelo económico fracasado además de usarlo como control político le ha servido como fachada para encubrir la corrupción y el sinfín de “negocios turbios” que desde la posición de poder construyeron para enriquecerse.
Es evidente que el bloqueo que está aplicando la comunidad internacional les ha causado problemas y aunque se hayan debilitado respecto al pasado cercano en lo interno aún pueden sostener el poder político, aunque esto lo continúen haciendo sin importarle la suerte de los ciudadanos (ni siquiera esa parte de la población que les sigue). Su única prioridad es sobrevivir “ellos”.
Del otro lado de la acera está el presidente (E) Juan Guaidó, un liderazgo fresco que debe asumir las consecuencias que conlleva la responsabilidad de haber dado ese paso, no se puede seguir dando discursos con promesas que no dependen de él cumplir. A veces es mejor hablar con transparencia y la mayor claridad posible los ciudadanos están ávidos de soluciones y el tiempo está en contra, no se puede hacer exigencias de paciencia a quienes tienen un tiempo finito porque sus necesidades son apremiantes, no se puede abusar de los llamados a marchas, hay que plantearse objetivos concretos y alcanzarlos, hasta ahora los avances en lo externo son valiosos pero el país en lo interno necesita una señal de esperanza, necesita que la nueva clase política que pretende gobernar demuestre con acciones que ve, entiende y comprende las necesidades de los ciudadanos.
No queda de otra, urge que en lo interno se comience a dar un cambio en el ejercicio del poder político, no puede seguir habiendo un presidente legítimo pero sin funciones y otro usurpador que gobierne de facto. @edderferreira
Edder Ferreira Pérez