“Sin el empuje de Manuel Rodríguez Cárdenas, quizás sería hoy una enfermera, que estuviera por ahí retirada protestando por el pago de mi jubilación”, exclama entre risas Yolanda Moreno, al hablar del eminente poeta venezolano, el hombre que la introdujo en el arte de la danza cuando ella era poco menos que una adolescente, el que la encaminó en sus primeros pasos artísticos y el que también, ya convertido en su esposo, sería su compañero inseparable en el desarrollo y consolidación de su carrera como máxima exponente de la danza nacionalista, un ámbito en el cual ha reinado durante 68 años de feliz trayectoria.
Rememora sus comienzos artísticos como integrante del coro del Ministerio del Trabajo, al que ingresó a los 12 años. Ilustraban algunas canciones con movimientos. Fue de esta manera que descubrió su inquietud por la danza. Toda esta acción cultural se hacía bajo la égida de Manuel Rodríguez Cárdenas. De su iniciativa surge en 1950 el Retablo de Maravillas. “Arranca con corales, danza y teatro. Viajábamos a donde estaban las grandes concentraciones de trabajadores. Era un teatro ambulante que tenía todo completo: ciclorama, cortinas americanas, camerinos y baños. Y nuestra planta eléctrica propia, porque a veces había pueblitos que no tenían luz. Luego viene toda esa hecatombe de la caída del gobierno de Pérez Jiménez y la agrupación queda a la deriva. Rodríguez Cárdenas renuncia y pasaron cosas desagradables, que ya que en mi mente están olvidadas”.
Su siguiente paso fue dar clases de danza y formar su propio grupo, la Agrupación Venezolana de Danzas Nacionalistas, génesis de Danzas Venezuela, creada en 1965, donde ha desarrollado una encomiable labor pedagógica y de difusión de esta disciplina. Hoy, a sus 81 años, Yolanda Moreno encarna la dignidad de una trayectoria impecable, que ha retratado lo más noble del alma nacional a través de la danza.
Aquilino José Mata/ EDC
