Inicio Actualidad ¿Y si Sánchez necesitase a Feijóo?, por Pilar Cernuda

¿Y si Sánchez necesitase a Feijóo?, por Pilar Cernuda

Los que siguen la política, y más todavía los que viven de y para la política, están curados de espanto. La frase «la política hace extraños compañeros de cama» se la escuché a Fraga en los años setenta -qué mayor es una- cuando presentó aquel conglomerado de personalidades de diferentes procedencias e ideologías que los periodistas llamamos «Los siete magníficos», y que no lo fueron tanto. Solo se salvó Fraga, que se convirtió en uno de los protagonistas de la Transición porque asumió desde el primer día que aquella era la batalla que había que dar, sin importarle que tendría que encamarse con personajes tan distantes al exministro de Franco como Felipe González o Carrillo, por nombrar solo a un par de ellos. Con los que mantuvo buenas relaciones, por cierto.

Volvamos a la actualidad, a los extraños compañeros de cama. Jamás, hasta el mes de julio, cabía en cabeza humana que Carles Puigdemont pasara de proscrito por Sánchez, que decía que no pararía hasta llevarlo ante un tribunal español, a ser el nuevo mejor amigo del presidente, hasta el punto de hacer suyos los objetivos del prófugo catalán. Había una justificación para ese escandaloso cambio de criterio de Pedro Sánchez que los suyos abrazaron sin que se les moviera ni una pestaña, hasta ese punto están abducidos por el presidente, y han creído la patraña de la convivencia, rota por sus antecesores en La Moncloa, que la hicieron saltar por los aires.

Tanto no debía creer Sánchez en la convivencia cuando ahora, al insistir Puigdemont en que pondrá en marcha todos los mecanismos para conseguir la independencia a través de diferentes iniciativas, puesto que el referéndum es lo que había pactado con los emisarios de Moncloa, anuncia el Gobierno que presentará un recurso en el Tribunal Constitucional. Sánchez se contradice a sí mismo cuando le da la gana, sobre todo cuando se celebran unas elecciones a la vuelta de la esquina y necesita separarse de sus socios independentistas -solo un ratito- no vaya a ser que él y Salvador Illa reciban otro castigo en las urnas.

Hace falta ser muy fanático de Sánchez y desconocer la historia de la última década, para tragar con esa tergiversación de lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en Cataluña. Una vez que se ha producido -a ratitos, insisto- esa demostración de afecto incontenible de Pedro Sánchez por Puigdemont, ¿quién es capaz de jugarse el tipo apostando a que Sánchez jamás buscará el maridaje con Alberto Núñez Feijóo?

Este pasado martes Feijóo deshojó la margarita y designó a Alejandro Fernández candidato a la presidencia dela Generalitat en las elecciones del 12 de mayo. La elección se hizo de rogar, aunque era el mejor candidato. Porque contaba con el apoyo de la mayoría de los votantes del PP catalanes, y porque además conoce como nadie la política de su tierra y a la gente que se mueve en torno a la política catalana, además de manejarse bien en el escenario parlamentario. Inconvenientes, según Génova: no ha atendido suficientemente el partido y además ha presionado excesivamente a la dirección nacional para que Feijóo le tocara con la varita mágica de la designación.

«Para Sánchez, la prioridad más absoluta en estos momentos es tener un buen resultado en Cataluña»

Estaban también las negociaciones con Ciudadanos, argumento que utilizó Feijóo para justificar el retraso, pero dicho esto era el mejor candidato de los que se barajaban. Habrá quien diga que Dolors Montserrat era perfecta, pero habría que verlo. Por no mencionar que la exministra de Sanidad ha encontrado su sitio en Bruselas y prefiere continuar allí. Se puso a disposición de Feijóo para lo que hiciera falta, pero es de dominio público que prefiere el Parlamento europeo.

Tenemos por tanto a Alejandro Fernández candidato a la Generalitat, y si aciertan las encuestas, dejaría muy atrás los tres escaños con los que cuenta actualmente el PP en el Parlamento catalán. Podría conseguir de ocho en adelante. Si ocurre, no sorprendería que el PP dejara de ser el partido que repugna a los independentistas y sobre todo a Pedro Sánchez, para convertirse en oscuro objeto de deseo del presidente del Gobierno español, que quiere ver a Illa al frente de la Generalitat como sea. Illa, exministro de Sanidad, tenía una biografía que entusiasmaba al sanchismo hasta que se cruzaron en su camino Koldo y su red de compra venta de material sanitario con importantes comisiones ilegales que hoy están bajo la investigación de la UCO.

Para Sánchez, la prioridad más absoluta en estos momentos es tener un buen resultado en Cataluña, y eso pasa por colocar a Illa en el Palau de la Generalitat. Si después de perder las elecciones municipales y autonómicas, también las de julio aunque gobierne gracias a socios que consideraba indeseables, y con el fiasco gallego muy reciente, no puede permitirse un mal resultado en el País Vasco aunque intentará que gobierne su partido con el PNV o con Bildu, el que tenga más escaños, siempre que no pacten Ortúzar y Otegi.

Pero sobre todo no puede permitirse que en Cataluña se forme un gobierno independentista manejado por Puigdemont y todos los dirigentes condenados por el Supremo que serán amnistiados por la ley que exigieron a Pedro Sánchez. Así que si las cuentas se ponen peligrosas paras Sánchez, no se puede descartar que marque el teléfono de Feijóo. Cosas más impensables ha hecho el hombre que dice que no miente sino que cambia de criterio.