Hace ahora un siglo, nacía en Guadalajara Antonio Buero Vallejo, hijo de un atípico militar gaditano muy aficionado a la literatura y el teatro, pasión que pronto heredaría Antonio: su padre lo llevaba habitualmente a ver funciones y a los nueve años empezó a dirigir representaciones en un teatro de juguete. También se aficionó a la lectura en la gran biblioteca paterna, así como a la música y la pintura (Buero fue un excelente dibujante desde los cuatro años). En 1932 recibió un premio literario por un relato y en 1934 la familia se trasladó a Madrid, donde Antonio ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
Para los Buero, la Guerra Civil tuvo dramáticas consecuencias: su padre, de convicciones republicanas, fue fusilado el 7 de diciembre de 1936, y Antonio, llamado a filas y afiliado por entonces al Partido Comunista, sería detenido y condenado a muerte en 1939, aunque se le conmutó la pena y salió de la cárcel en 1946. En ella dibujó el famoso retrato de Miguel Hernández, a quien había conocido en Benicasim; de hecho, su primera dedicación profesional fue la publicación de dibujos en revistas, aunque pronto se decidió por la literatura, en la que enseguida destacó como poeta, narrador y, sobre todo, dramaturgo.
Tras una primera obra teatral sobre la ceguera, En la ardiente oscuridad (1947), ganó el premio Lope de Vega de 1948 con Historia de una escalera, cuyo estreno en 1949 tuvo tal éxito que lo consagró para siempre entre crítica y público. Fue el principio de una larga y prolífica trayectoria llena de grandes títulos –y de encontronazos con la censura franquista– en los que alternó el simbolismo (La tejedora de sueños, 1952), la crítica social (El tragaluz, 1967, primera mención a la Guerra Civil sobre un escenario en los años de la dictadura) y el drama histórico (Un soñador para un pueblo, 1958; El concierto de San Ovidio, 1962).
Casado con la actriz Victoria Rodríguez en 1959, tuvieron dos hijos, el menor de los cuales, Enrique, falleció en un accidente de coche con sólo 24 años, en 1986. Otro golpe trágico en la vida de Buero Vallejo, que continuó escribiendo y estrenando con éxito ya en los tiempos de la democracia. Convertido en un autor indiscutible, ingresó en la Real Academia en 1971 y obtuvo numerosos galardones; entre los más importantes, el Premio Nacional de Teatro (1980), el Premio Cervantes (1986) y el Premio Nacional de las Letras Españolas (1996). Buero falleció en Madrid, a los 83 años de edad, el 28 de abril de 2000.
