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La mezcla de bebida energética y alcohol afecta el cerebro igual que la cocaína

El consumo de bebidas energéticas mezcladas con alcohol puede alterar el cerebro de los adolescentes a largo plazo. [iStock/ valentinrussanov]

Beber combinados a base de refrescos energéticos con un alto contenido en cafeína y alcohol puede afectar el cerebro de los adolescentes igual que si consumieran cocaína. Además, este hábito durante la juventud puede alterar la capacidad de controlar el consumo de sustancias gratificantes, como el alcohol y las drogas, en la adultez. Investigadores de la Universidad Purdue han constatado estos efectos en ratones adolescentes.

«Parece que ambas sustancias juntas provocan cambios en el comportamiento y en la neuroquímica del cerebro», señala Richard Van Rijn, autor principal del estudio.

Consecuencias a largo plazo

Los investigadores comprobaron que la exposición repetida a bebidas alcohólicas con un alto contenido en cafeína provocaba que los ratones adolescentes se volvieran más activos, efecto similar al que muestran múridos expuestos a la cocaína. Asimismo, observaron un incremento en los niveles de la proteína ΔfosB, marcador de las alteraciones a largo plazo en la neuroquímica del cerebro y que aparece aumentada en las personas que abusan del alcohol o de las drogas. «Esta es una de las razones por las que a los consumidores de drogas les cuesta tanto dejarlas; por los cambios a largo plazo en el cerebro», apunta Van Rijn.

Una vez adultos, esos mismos ratones mostraron una preferencia por la cocaína diferente: eran menos sensibles a sus efectos placenteros. Si bien este hallazgo parece positivo, sugiere que los roedores que de adolescentes habían consumido bebidas alcohólicas con un alto contenido en cafeína necesitaban una mayor dosis de cocaína para conseguir la misma sensación que un ratón que no había bebido esas sustancias durante su juventud. Los investigadores confirmaron este efecto en un segundo experimento.

Los autores prevén seguir estudiando las consecuencias perjudiciales que las sustancias psicoestimulantes legales pueden comportar para el cerebro de los adolescentes.

Más información en PLoS ONE

Fuente: Universidad Purdue