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Cómo usar los mercados para ayudar a los pobres

Esta entrada es una versión traducida y ampliada de esta otra publicada en Mapping Ignorance. Se publica aquí con permiso de los gestores de ambos portales.

Los mercados competitivos son sin duda el mecanismo económico más estudiado. La Teoría Económica explica remarcablemente bien, al menos para una ciencia social, sus propiedades y su éxito a lo largo de la historia. Tenemos experimentos de laboratorio (véase aquí), y amplia evidencia histórica de que una sociedad orientada al mercado mejora en muchos indicadores a una que se aparta de él. Ha ocurrido en democracias como India, en dictaduras de izquierda como China y en dictaduras de derecha como la del Chile de Pinochet. Sin embargo, fuera del laboratorio no hay muchos ejemplos donde podamos seguir la pista a los cambios desde un sistema centralizado o altamente regulado a uno pro-mercado aislándolo de otros cambios y controlando las distintas variables. Radford ofreció un ejemplo temprano al documentar la economía de los campos de prisioneros de guerra alemanes hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Primero cada prisionero recibía una asignación de bienes por parte de la Cruz Roja (economía planificada), después los prisioneros intercambiaban bienes entre sí (economía de intercambio) para terminar usando cigarrillos como moneda (economía monetaria).

En un número reciente del Journal of Economic Perspectives, Prendergast documenta y analiza una transición actual, organizada desde un mecanismo de planificación central a un mercado en un sector muy específico: la distribución de comida a los pobres mediante bancos de alimentos. Esta es la historia.

Feeding America es una ONG de EE. UU., que recibe 150.000 toneladas de comida al año de diferentes donantes y que distribuye entre los pobres en todo EE. UU. a través de bancos de alimentos locales. Anteriormente a 2005, la distribución se hacía según un sistema de lista de espera. Los bancos de alimentos local se ordenaban en según una medida de cuánta comida habían recibido ya en relación al número de pobres en el área geográfica del banco. Cuando Feeding America recibía una donación, llamaba al primer banco de la lista para ofrecerle el cargamento. El banco tenía entre 4 y 6 horas para contestar si lo aceptaba o rechazaba. Si lo rechazaba, se llamaba al siguiente banco en la lista. Había razones por las que un banco podía no querer un cargamento de ayuda, entre ellas el hecho de que debía hacerse cargo del coste de transporte. Si el donante estaba muy lejos o si el cargamento consistía en bienes que el banco no necesitaba o que no podía almacenar adecuadamente, podía rechazar el cargamento. Hay tres características adicionales que conviene mencionar para entender el resto de la historia. Primero, en este sistema todos los bancos terminaban recibiendo en media un conjunto de alimentos similar. Segundo, para los bancos locales Feeding America no es la única fuente de donaciones, ya que cada uno tiene sus propios donantes locales. Tercero, incluso si un banco rechazaba una donación, el sistema recalculaba su posición en la lista como si la hubiera aceptado. Esto último se hacía para desincentivar los rechazos y no causar un contratiempo a los donantes, haciéndoles esperar para recoger un lote que habían decidido donar y que ocupa espacio de almacenamiento. El objetivo de este mecanismo era asignar un número igual de kilogramos de comida por pobre, y los números muestran que este objetivo se conseguía con mucha precisión.

El sistema centralizado presentaba dos problemas principales. El primero es la variedad de las características de los bancos locales, algunos reciben muchas más donaciones de sus donantes locales que otros, y distintos bancos tienen distintas capacidades de almacenamiento. Esto significa que los bancos son muy heterogéneos en sus necesidades de diferentes tipos de alimentos. Por ejemplo, un banco de alimentos en Idaho probablemente no necesite más patatas, o uno en Wisconsin puede no tener uso para más productos lácteos. Sin embargo, Feeding America no tenía información sobre estas características. El segundo problema es que el sistema no permitía ofrecer el mismo cargamento a más de un número reducido de bancos, puesto que cada oferta implicaba un tiempo de espera de varias horas.

Para resolver estas ineficiencias, Feeding America juntó un comité para rediseñar el sistema. En el grupo había ocho directores de directores de bancos, tres miembros de Feeding America y cuatro profesores de la Universidad de Chicago. Después de discusiones y posiciones iniciales reacias, el comité sugirió, y Feeding America adoptó, lo que se llamó el Sistema de Elección, un mecanismo basado en el mercado, donde los bancos pujan por cargamentos de comida dos veces al día después de que su contenido se haya publicado. A continuación se describen los detalles.

Feeding America y, en general, toda la gente involucrada estaba preocupada de las desigualdades entre bancos que un mecanismo de mercado pudiera generar, puesto que unos están localizados en áreas más ricas que otros y pueden recolectar dinero más fácilmente. Después de todo, estas personas estaban corrigiendo desigualdades en una sociedad capitalista. Para evitar esto, el sistema usa su propia moneda, llamada “participaciones” (shares), que solo puede usarse para comprar comida de Feeding America, quien emite la moneda ficticia en forma de un número en una cuenta para cada banco. Esta medida asegura que todos los bancos tienen las mismas participaciones por pobre.

El comité mostró también una gran preocupación por que los bancos más grandes pudieran beneficiarse del sistema de manera desproporcionada. Las pujas se diseñaron del tipo “sobre cerrado”, de manera que no requirieran gastar tiempo en realizar sucesivas pujas durante largo tiempo, algo ocurriría con diseños alternativos, como la subasta ascendente, y que hubiera perjudicado a los bancos pequeños con poco personal. Además, se permitió a los bancos pedir prestadas participaciones para asegurar que pudieran pujar en cualquier subasta si lo deseaban, aunque con ciertas condiciones y límites, para evitar la acumulación de deudas. Finalmente, se permitió también que varios bancos pudieran realizar pujas conjuntas por los cargamentos, lo que ayudó a los bancos pequeños para los que un cargamento pudiera ser demasiado grande.

La subasta a sobre cerrado también sirve al propósito de no hacer esperar demasiado a los donantes, ya que todos los bancos participan simultáneamente, en lugar de hacerlo de manera sucesiva. Otra medida encaminada en esta dirección es que a los bancos se les permite hacer pujas negativas, lo que significa que las donaciones menos deseables fueran también recogidas rápidamente. A los bancos incluso se les permite vender parte de los bienes que les llegan de sus donantes locales.

La manera en que los bancos respondieron al nuevo mecanismo permite a Prendergast (2017) señalar el éxito del Sistema de Elección. Una de las primeras observaciones es la gran disparidad de precios que se obtienen en las subastas para las diferentes clases de alimentos (y de algunos otros bienes que también son objeto de donación, como productos de limpieza o platos y cubiertos desechables). Una libra de los bienes más demandados (cereales, pañales, pasta o carne preparada) puede llegar a alcanzar un precio 40 veces más alto que una libra de los productos menos deseados (hortalizas, bebidas y lácteos). Esto refleja el valor marginal de los productos después de que los bancos hayan recibido sus donaciones locales. De esta manera los bancos en las áreas pobres pueden concentrar sus pujas en los cargamentos más baratos y obtener muchas más libras de alimentos. La gran diferencia observada entre lo que los bancos obtenían con el viejo sistema y lo que obtienen con el nuevo es una medida del éxito del Sistema de Elección. El hecho de que los bancos más pequeños y pobres usen créditos de Feeding America y que realicen pujas conjuntas son otras muestras del buen diseño del programa. Finalmente, los bancos en áreas ricas no suelen hacer uso de todas sus participaciones, e incluso ponen parte de sus stocks a la venta dentro del sistema, lo que permite que los bancos pobres tengan más de todo aun cuando tengan relativamente más de los bienes baratos.

Esta experiencia muestra muchas cosas de interés para quien quiera saber Economía:

1.  Cómo funciona un mercado bien diseñado, permitiendo asignar los bienes de manera mucho más eficiente y de acorde con las necesidades y preferencias de cada quien. Los directores de los bancos pobres, inicialmente más reacios al nuevo sistema, acabaron siendo los más entusiastas defensores del Sistema de Elección.

2. Cómo las subastas funcionan de manera equivalente al mercado, permitiendo que los precios revelen la escasez relativa de cada bien.

3. Cómo funciona un mecanismo de negociación, permitiendo que cuando uno se fija en las consecuencias (y no en el prejuicio ideológico) se lleguen a acuerdos óptimos. Es lo que pasó cuando las distintas partes negociaron cómo cambiar el sistema de planificación.

4. Cómo funciona un sistema monetario. Se creó una moneda ficticia, cuya cantidad siempre iba en consonancia con los recursos reales del sistema.

5. Cómo la transferencia de rentas es mejor que la alteración política de los precios para procurar la igualdad. Esto se hizo al dar a cada banco de alimentos la misma renta por pobre en la moneda ficticia.

6. Cómo el acceso al crédito y una política que impedía el sobre-endeudamiento mejoraba las posibilidades de los bancos de alimentos con menos recursos.

7. Cómo la necesidad de competir en las subastas creó incentivos a cooperar eficientemente. Sucedió cuando los bancos pequeños se unieron ocasionalmente para acceder a lotes de alimentos que podían ser excesivos para cada uno de ellos.

Todo lo anterior sucedió tal y como prevé la Teoría Económica.