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Apenas diez personas acuden a la presentación del libro de Antonio Nadal en la Casa de la Cultura de Benalmádena

AD.- Antonio Nadal era hasta hace unos años un ‘intelectual’ malagueño respetado y admirado por personas de distintas ideologías. Lo entrevisté en 1995 para el periódico que trabajaba y representaba entonces la frescura intelectual y la claridad expositiva que por desgracia ha perdido. Su compromiso ético con España, no estaba entonces confinado dentro de las esclusas de un partidito, sino que alcanzaba a todas las sensibilidades que se dan cita en nuestra sociedad. Sin embargo su militancia izquierdista, Antonio Nadal me parecía entonces un personaje interesante, alejado de bandos y sectarismos, sin pulsión al sectarismo ideológico que hoy nos resulta tan propio. Por eso era una persona respetada y admirada a partes iguales por malagueños de derecha e izquierda.

En base a la admiración que por él llegué a sentir, hace unos días le comenté vía whatsApp, con la bienintencionalidad que merecía alguien a quien hasta hace poco admiré, que su alineamiento con la Gestora de Vox Málaga no le hacía ningún bien a su papel dentro de la cultura malagueña. Me respondió con una brusquedad innecesaria, que no hizo sino alimentar mi decepción con el personaje. Y bien que lo lamento. El Antonio Nadal que conocí hace años no merecía este epílogo. Bien es verdad que nunca vendió muchos libros, pero ese dato numérico no alcanzaba a menoscabar su relevancia cultural.

Hace cosa de un mes presentó su último libro en Marbella y lo que debía haber sido el reencuentro entrañable de sus antiguos admiradores con este catedrático de Historia Contemporánea, se convirtió casi en una reunión con un puñadito de amigos de Vox.

El acto tuvo lugar  en el Cortijo de Miraflores, Marbella, y fue organizado por Alejandro Criado Sánchez, abogado y presidente de la Asociacion Cisneros.

Aunque no faltaron intelectuales tan insignes como Juan Herrera, Nanda Agredano y un cabo retirado del ejército, muy activo en redes sociales representando al patriotismo bufo, se echó en falta algunos de los que hace unos años no hubieran dudado en acudir.

Líbreme Dios de volverle a sugerir nada constructivo al profesor, pero ayer lunes volvió a tener la respuesta a lo que mereció tan airada respuesta por su parte. Presentó su libro en la Casa de la Cultura de Benalmádena, y apenas acudieron diez personas, diez, la mayoría vinculada a la Gestora de Vox. A los nombres antes citados hay que añadir el de Gema Carrillo, sin duda una luciérnaga del pensamiento político en la provincia malagueña. Faltó el concejal Miguel Ángel Jiménez, tal vez disuadido por la protocolaria necesidad de tener que adquirir un libro. No me alegra tener que escribir sobre esta triste presentación, pero quisiera que surtiera en Nadal el mismo efecto que cuando una persona inteligente erra en su camino y adquiere plena conciencia de ello.

El Nadal que conocí hace años no merecía un trago tan amargo como el de ayer. Quienes llegaron a admirarle, entre los que me incluyo, hoy son del todo indiferentes a cuanto diga y escriba. Súbitas conversiones ideológicas a un lado, la coherencia ideológica e intelectual debe ser una norma entre el escritor y su público. Si falla esa norma, entonces el público desaparece, salvo que lo que había ayer en la casa de la cultura pueda considerarse tal cosa. ¡Qué pena!