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Biólogos por la Verdad: “Los confinamientos y las medidas restrictivas de la libertad individual no obedecen a pautas científicas, sino a decisiones de tipo político”

Recientemente, la iniciativa Biólogos por la Verdad publicaba un texto, firmado por 79 médicos y 51 biólogos, en el que se exigía el cese de las campañas de vacunación contra el Covid-19 “destinadas a implementar productos génicos en la población sana, con la excusa del virus SARS CoV 2”. En el documento se recogían numerosos argumentos avalados por estudios científicos previos y reportes de casos reales sobre muertes y efectos adversos registrados en las agencias del medicamento de todo el mundo. “Los riesgos no son asumibles, ni un solo efecto adverso o muerte debe ser tolerado”. En su mensaje, los firmantes de la carta aseguraban que es imprescindible demostrar sin ningún lugar a dudas el aislamiento del virus SARS-CoV-2 y su cultivo directo de pacientes con RT PCRs positivas para asegurar al 100% su presencia y demostrar su conexión directa con la enfermedad denominada Covid-19, antes de exponer a la población a cualquier ensayo clínico.

En entrevista exclusiva con La Tribuna del País Vasco, María José Martínez Albarracín, doctora en Medicina y Cirugía; Jon Ander Etxebarría, biólogo y decano del Colegio Oficial de Biólogos de Euskadi, y la bióloga y coordinadora de la Plataforma Biólogos por la Verdad, Almudena Zaragoza, explican detalladamente las posiciones de su grupo con respecto a la pandemia de Covid-19, al origen del virus SARS-CoV-2 y a las campañas de vacunación universal puestas en marcha en todo el mundo.

¿Qué es el Covid-19?; ¿Nos enfrentamos realmente a una pandemia en el significado tradicional de la palabra?

Lo primero y más importante es diferenciar Covid-19 y SARS-CoV-2. Para decirlo de forma sencilla, el Covid-19 es un nombre que se ha acuñado para hacer mención de una enfermedad y el Sars-CoV-2 es un virus. Es imprescindible comenzar aclarando que el hecho de que el Covid-19 esté producido por el virus el Sars-CoV-2 no ha sido demostrado concluyentemente.

La realidad médica es que el Covid-19 no es una enfermedad sino un síndrome, es decir, un conjunto de signos y síntomas clínicos entre los que predomina la neumonía inflamatoria, que puede tener diversas causas y en cuya base hay siempre un problema de inmunidad. Es decir, el Covid-19 grave sólo se produce en personas que tienen su sistema inmune alterado y deprimido por diversas causas, principalmente tóxicos y vacunas y, si bien puede estar desencadenada por una infección de distinto tipo, ésta no es la causa, sino la consecuencia del síndrome inflamatorio grave que se ha descrito como Covid-19.

En cuanto a si nos enfrentamos a una pandemia, decimos radicalmente que no, ya que la tasa de letalidad de este síndrome de inmunidad alterada Covid-19 es de un 0,25%, lo cual no es muy diferente de la gripe estacional. Puesto que la gripe ha desaparecido, según nos cuentan las autoridades, no hay razones para pensar que estemos ante algo de una gravedad distinta a la situación anual de enfermedades respiratorias que tenemos en España todos los años.

¿Dudan ustedes de la existencia del virus SARS-COV-2, que según instituciones como la OMS es el causante de la enfermedad denominada Covid-19?

Ni mucho menos. Como biólogos, sabemos perfectamente que los coronavirus son virus presentes en todos los mamíferos y aves del planeta, por lo tanto, no dudamos de su existencia. Es más, afirmamos que es un virus quimera, una mezcla de secuencias de diferentes coronavirus animales y humanos, de cuatro especies distintas para ser exactos, cuyo origen es de síntesis artificial, metodología ampliamente descrita en la bibliografía científica.

El matiz que añadimos, a diferencia de la versión oficial, es que este virus, si bien se está utilizando para el desarrollo de vacunas en los laboratorios de todo el mundo, no circula entre la población, es decir, no es el causante de la denominada enfermedad Covid-19.

Para poder decir que la causa del Covid-19 es el virus Sars-CoV-2 hay que demostrarlo, y la mejor demostración es poder cultivarlo en células humanas y normales de pulmón, donde se debe producir citopatología, y esto, que nosotros sepamos, no se ha podido hacer. También hay que poder encontrarlo en las lesiones postmorten de los fallecidos, tras la realización de la correspondiente necropsia y eso tampoco nos consta que se haya hecho.

En España, se ha querido demostrar el contagio y la enfermedad mediante la técnica RT PCR y ésta sólo detecta fragmentos del virus SARS-CoV-2, nunca partículas virales viables, por lo tanto, sin cultivos celulares directamente realizados en células humanas del aparato respiratorio, no tenemos pruebas empíricas de que este virus sea la causa de la enfermedad.

Bajo su punto de vista, ¿el Covid-19 tiene un origen natural o se creó en un laboratorio?

El Covid-19 es la enfermedad, como hemos aclarado. Sin embargo, afirmamos rotundamente que el virus SARS-CoV-2 es artificial y creado en un laboratorio. Su secuencia génica contiene fragmentos de cuatro especies: murciélago, pangolín, betacoronavirus canino y ser humano. Las zoonosis naturales no se transmiten de humano a humano, sin embargo, este virus cuenta con un mecanismo que no existe en la naturaleza y que le confiere la propiedad de traspasar la barrera de especie. Sabemos que en la actualidad se está experimentando con estos virus para vacunación. La vacuna AstraZeneca, por ejemplo, es otro virus quimera. Jamás en la naturaleza se mezclaría el ARN de cuatro especies y adquiriría la propiedad de abrir las células humanas, sin embargo, sabemos que en laboratorios se ha conseguido gracias a unos experimentos denominados “de ganancia de función”.

Desde su punto de vista, ¿qué medidas colectivas habría que tomar para combatir la ¿pandemia?de Covid-19?

Lo primero es demostrar de forma inequívoca cuál es la causa o las posibles causas, y para ello es necesario realizar autopsias.

En cuanto a las medidas epidemiológicas, deben ser las que se toman en una epidemia de tipo gripal: aislamiento de los enfermos mientras dure su periodo sintomático y, en todo caso, tomar precauciones con las personas vulnerables (ancianos y personas inmunodeprimidas).

Los cierres y cuarentenas están resultando inútiles desde el punto de vista de la prevención, como han demostrado grandes expertos como John Ioanidis y hemos podido comprobar ya que la tasa de infección y letalidad ha sido la misma en distintos países con cierres más o menos estrictos y sin cierres.

En cuanto a las mascarillas de uso universal, son contraproducentes, ya que pueden facilitar las infecciones respiratorias y el supuesto Sars-CoV-2 no se puede transmitir por el aire, puesto que no hay receptores para el mismo en el aparato respiratorio.

¿Qué opinan de las vacunas que se han desarrollado contra el Covid-19?; ¿Qué opinan de las campañas de vacunación universal contra el Covid-19 que se están impulsando en la mayor parte de los países del mundo?

La vacunación universal no sólo es innecesaria sino también contraproducente, ya que hay experiencia en granjas de animales (enfermedad de Marek de los pollos) que demuestran que la vacunación universal, en caso de epidemia, puede ser peor que dejar su evolución natural. Esto es lo que ha dicho también el virólogo Geert Vaden Bossche en su carta a la UE donde advierte que la vacunación generalizada contra Covid-19 puede convertir la epidemia en “un monstruo incontrolable” por la aparición de variantes que evadan la posible inmunidad inducida por la vacuna. Además, no es de ninguna manera aceptable someter a la población a ensayos clínicos con sustancias génicas experimentales, sobre las que existe ciencia básica que ya demostraba la peligrosidad e ineficacia del uso de estos productos. De hecho, se están observando una gran cantidad de efectos adversos y muertes, registradas en las agencias del medicamento de medio mundo, que son del todo inaceptables cuando todavía no se ha demostrado que el virus sea el causante de la enfermedad.

¿Su postura es contraria a la totalidad de las vacunas que se presentan contra el Covid-19 o solamente contra las que son “terapias génicas” y que se están utilizando de forma pionera?

Todas las vacunas para Covid-19 ofrecen serias dudas de eficacia y seguridad. Hemos estudiado mejor aquellas de las que tenemos datos publicados (Pfizer, Moderna y AstraZeneca), pero por el tipo de antígeno en que se basan todas ellas, la spike protein del Sars-CoV-2, sabemos que todas ellas (incluidas las clásicas como la china Coronavac) serán más perjudiciales que beneficiosas ya que inducirán síndrome de ADE o enfermedad aumentada por vacuna, es decir, las personas vacunadas que sufran un contagio posterior por cualquier variante vírica sufrirán una enfermedad de tipo Covid-19 peor, e incluso morirán.

En cuanto a las nuevas vacunas génicas, son de dos tipos: ADN vectorizado (AstraZeneca, Janssen, Sputnik y Cansino) y las de ARNm (Pfizer y Moderna). Además del cebado patógeno o enfermedad aumentada por vacuna, sabemos que presentan un alto grado de toxicidad añadida, nunca antes se han usado de forma masiva en la población humana y por sus características, tenemos datos bien fundados sobre la alta probabilidad de que produzcan a corto plazo accidentes cerebrovasculares y cardiovasculares, así como abortos en gestantes (ya estamos constatando un gran número de casos), y a medio y largo plazo, graves problemas neurológicos, autoinmunes y de infertilidad.

Teniendo en cuenta los graves peligros que ustedes denuncian asociados a la vacunación contra el Covid-19, ¿cómo explican la práctica unanimidad existente actualmente entre instituciones locales y estatales, organizaciones globales, “expertos”, líderes de opinión y medios de comunicación a favor de la vacunación, incluso obligatoria?

No hay tal unanimidad. Los científicos están muy divididos. Hay dos grandes grupos: por un lado, un elevado número de médicos y científicos independientes, en todos los países, con un discurso unánime sobre los grandes riesgos de las vacunas génicas y de la vacunación universal; por otro lado, los expertos oficialistas con conflicto de interés. Lo que ocurre es que mientras a los primeros se les silencia y se les censura, a los segundos se les da una publicidad en los medios mainstream hasta un punto en el que se raya la propaganda más obscena. A esto hay que añadir que instituciones como la OMS y las agencias reguladoras como la EMA y la FDA, hace tiempo que dejaron de ser independientes y están controladas por Gavi (Alianza para la Vacunación) y las multinacionales farmacéuticas.

Ustedes afirman en su comunicado que con la excusa del Covid-19 hay un interés determinado por inocular “productos génicos” en personas sanas… ¿Qué significa esto?

Por una parte, sabemos que con vectores de ADN como los adenovirus utilizados en uno de los tipos de las vacunas génicas, la industria farmacéutica está trabajando, e invirtiendo económicamente, desde hace más de 30 años. No han conseguido comercializar sus productos de terapia génica debido a su alta toxicidad, como ocurre también con las nanopartículas lipídicas catiónicas de las vacunas de ARNm, que no estaban siquiera aprobadas para su uso en humanos. De manera que “una adecuada pandemia” es una ocasión inmejorable para darles salida. Aquí, la idea es rentabilizar inversiones muy costosas económicamente, las cuales no se han puesto en funcionamiento por los graves riesgos que implican. Aprobar estas sustancias por la vía de emergencia, ha sido la manera de ponerlas en circulación.

¿Creen ustedes que los confinamientos, las medidas restrictivas de la libertad individual y las campañas de vacunación impulsadas con la disculpa del Covid-19 tienen fines ideológicos, políticos y económicos que van más allá de las cuestiones estrictamente relacionadas con la salud?

En primer lugar, hay que decir que los confinamientos y las medidas restrictivas de libertad individual, no obedecen a pautas científicas, sino a decisiones de tipo político, ya que nunca se había llegado a confinar a personas sanas sin estar enfermas como se ha hecho con esta presunta pandemia. Por otro lado, tenemos a los positivos asintomáticos utilizados como herramienta no científica, sino social. Los test de PCR no sirven para diagnosticar una enfermedad. Este hecho, junto con los asintomáticos, descritos por las autoridades como los grandes contagiadores, cuando la realidad es que no lo son, ha sido el eje argumental oficial de esta presunta pandemia y la excusa para cercenar los derechos de los ciudadanos, reflejados en nuestra Constitución.

Si tenemos en cuenta que el 70% de los positivos de PCR son asintomáticos, y eso lo unimos a que esos test se han realizado con 35 a 40 ciclos de amplificación, cuando se sabe que a ese número de ciclos los falsos positivos pueden ser alrededor del 70%, vemos que existe una coincidencia entre asintomáticos con PCR positiva y falsos positivos en base a como se ha protocolizado la técnica de la PCR en esta pandemia.

Los cambios en las medidas restrictivas de libertad individual igualmente no obedecen a criterios científicos y, en alguna medida, son provocados por los propios responsables del seguimiento de la pandemia, ya que se utiliza la herramienta de la PCR a libre albedrío, incrementando el número de test cuando quieren crear una ola para, una vez establecidas las medidas restrictivas, bajar este número de test con el fin de decir a la población que esas medidas han servido para contener los contagios. La utilización de la “Incidencia Acumulada” a 14 días se utiliza de forma interesada, ya que es la suma en valor absoluto de los positivos de los últimos 14 días y es sabido que a más test más positivos, pero no ocurre lo mismo si se examinan los porcentajes. La razón de no haber utilizado un porcentaje estandarizado y hacer uso de la Incidencia Acumulada absoluta es sobredimensionar el número de casos positivos PCR.

El libreto establecido a nivel ideológico y político de esta presunta pandemia como paraguas a una crisis vírica, ha sido para utilizar demagógicamente la salud, que probablemente es lo que más aprecia la población. Para ello, se ha valido de unas premisas, articulando un relato desde un inicio, programando los pasos del virus, PCR, asintomáticos; dando a entender que todo lo que se disponía a nivel de restricciones era por el bien de la salud de la población, cuando la realidad es que ese paraguas está lleno de agujeros por todas partes. Cuando se analiza a nivel científico, siendo las campañas de vacunación otro eslabón de la cadena e ingrediente final del relato, nos damos cuenta de que no ha dejado de aumentar el fracaso que ya se tenía, donde nuevamente utilizando la demagogia le ha prometido a la población que esta vacuna iba a ser el “Santo Grial” y que con ello se volvería a la normalidad.

Como se puede observar, todo esto parece que va más allá de la salud y lo que nos ha quedado es una verdadera pandemia de crisis socioeconómica, que ya afecta a la salud de los individuos en bastante mayor grado que la propia presunta pandemia vírica. La cual se ha construido con supuestas bases científicas, aunque, en realidad, ha tenido una total falta de ciencia.

¿Qué responden a quienes les acusan de ser “antivacunas” y “negacionistas”?

Estos calificativos no merecen siquiera nuestra atención. Creemos firmemente que atienden a estrategias propagandísticas de ingeniería social para ahogar el debate y el pensamiento crítico. Una prueba más de todos los intereses políticos y económicos que hay detrás de esta falsa pandemia. Lo más lógico, y para verlo sólo hace falta sentido común, es que ante un presunto nuevo patógeno que nos dicen acecha a la Humanidad, se hubiese abierto la participación de todos los sectores de opinión. Por el bien común. Colocar calificativos despectivos a aquellos que intentan aportar ideas nuevas con argumentos de peso demuestra el afán de las autoridades por promover un diálogo que excuse una mala praxis política que incluye una nefasta gestión y la utilización masivamente de los medios de comunicación para la promoción de los intereses económicos de las farmacéuticas, olvidándose por completo de los ciudadanos y su bienestar. Prueba de ello es lo poco que les ha importado arruinar a miles de familias o las muertes o afectos adversos graves que están generando estos productos denominados “vacunas”. Por estos motivos, en los círculos de personas críticas los conocemos como colaboracionistas.

En su opinión, ¿cómo y cuándo creen que terminará esta situación?

Muy simple, como es una situación que atiende sólo a intereses, finalizará cuando el dinero con el que se está subvencionando todo este infame protocolo Covid-19 termine, y observando cómo desde Europa están empezando a “cortar el grifo”, no tardará mucho tiempo. Luego, también tenemos la esperanza, viendo las últimas sentencias de los tribunales europeos sobre mascarillas, PCR, confinamientos, etc., y todas las demandas que se están interponiendo en España, que nuestros gobernantes comiencen a “bajarse del tren” … Por su puesto, nos dirán que la “vacunación” ha sido un éxito y, con esta excusa, tratarán una vez más, de evadir su responsabilidad.