Inicio Actualidad El timo del falso samaritano – La Gaceta de la Iberosfera

El timo del falso samaritano – La Gaceta de la Iberosfera

En España tenemos un buen catálogo de timos carpetovetónicos como la estampita o el tocomocho, y también importados, como el de la banquera portuguesa, los esquemas piramidales, o los de internet que tanto abundan.  

Ahora se da mucho el timo del falso samaritano. Sucede cuando una persona con patrimonio pero poca liquidez y menos pericia empresarial se le acerca alguien para ayudar; suele ser un conocido o un pariente lejano que, con apariencia de buen samaritano, le acaba desplumando.   Las víctimas suelen ser gentes cándidas que han accedido a un patrimonio relevante por razones repentinas, una herencia por ejemplo. Una de las consecuencias de la covid es precisamente la gran cantidad de herencias que hay hoy en manos de almas cándidas esperando ser esquilmadas por estos buitres de alma negra.   

Una sociedad en la que se degrada la cultura por el conocimiento práctico […] es, sin duda, mucho más pobre

Además de como advertencia, dedico mi artículo a este timo del falso samaritano para reflexionar sobre una tribuna, importante, publicada recientemente por Rafael Hernández en un medio digital. Mantiene la tesis de que entre las clases altas no está de moda la cultura, incluso recoge unas  palabras de Javier Gomá para quien entre los finos españoles, la cultura es de pobres.  Y es cierto, hoy despreciamos a quien no se dedica  a algo material. La filosofía, el latín y el griego, la historia rigurosa (no la divulgación) están de retirada. Hoy impera el conocimiento demasiado contingente, en las antípodas de lo que propugnaba Platón en su Academia: «No entre aquí quien no sepa geometría«, como llamada a dedicar los esfuerzos a la enseñanza de los saberes que  no tenían que ver con el tiempo que vivía. La influencia de Platón no hay que menospreciarla pues ha llegado hasta hace muy poco cuando las grandes universidades europeas, sobre todo las inglesas se dedicaban a impartir ciencia básica y humanidades, y de ahí se pasaba a estudiar un oficio: abogado, contable, aparejador, ingeniero…

La hiperespecialización que vivimos -en el mejor de los casos, pues la comprensividad de la educación ha destruido cualquier afán de excelencia– es compatible con una sólida formación humanística o científica.  No hace falta ir directo y de forma exclusiva al conocimiento práctico. Se puede llegar a él habiéndose formado antes en otras ramas del saber.

Vivimos tiempos muy alejados de aquel aristocratismo en que no sólo estaba mal visto dedicarse a ganar dinero, sino incluso ser ‘clever‘ (listo, que no inteligente). Bromas aparte, una sociedad en la que se degrada la cultura por el conocimiento práctico, y donde los modelos son solo grandes empresarios y ejecutivos, o futbolistas y famosos, es, sin duda, mucho más pobre.  

Mi segunda reflexión la dedico al postureo de los falsos samaritanos del ecologismo. A todas esas elites globalistas que volaron a Glasgow a la reciente cumbre  del  cambio climático en cientos de aviones privados en el colmo de la hipocresía. Y también a nuestro campeón nacional de la cosa climática, el presidente Sánchez que no duda en subirse a uno de los juguetes aéreos que tiene a su disposición (helicópteros Puma, Falcón, avión presidencial) por cualquier razón, sea de interés público, pero también privado como es ir a un mitin de su partido, un concierto o una fiesta familiar. No se puede ser más hipócrita.