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Harry Potter, víctima de la cultura de la cancelación en universidad británica

Oriana Rivas.- En la comunidad académica y en la política británica se sorprendieron por una reciente decisión de la Universidad de Chester. Allí, el Departamento de Inglés indicó a los estudiantes de primer año que tres libros que se asignaron para su lectura pueden «conducir a algunas conversaciones difíciles sobre género, raza, sexualidad, clase e identidad». No es más que una nueva muestra de cómo la cultura de cancelación se extiende a todas las ramas de la sociedad. Tampoco es causalidad que uno de los libros sea Harry Potter y la piedra filosofal, escrito por JK Rowling.

La autora aún es víctima del escrutinio de adeptos a esta moda que se estimula desde las redes sociales. Fue precisamente en Twitter donde criticaron a Rowling en 2020 luego de citar una publicación que hizo referencia a «las personas que menstrúan» y recordar que estas se llaman mujeres. El escándalo se desató y desde entonces las muestras de repudio no cesan. Se llegó a tal extremo que revelaron en internet la dirección de su casa. De hecho, la «cancelación» se extendió hasta el especial de Harry Potter, a 20 años del lanzamiento de la primera película, que ni siquiera contó con su participación. Sus imágenes para tal especial se tomaron de un archivo.

Lo que sugiere esta nueva decisión de la universidad es que una vez cometido el «pecado», ningún sujeto puede apelar al perdón de la opinión pública. Parece que la cancelación continuará hasta que su voz sea totalmente silenciada. Al incidente con Harry Potter, se suman Los juegos del hambre de Suzanne Collins y La aurora boreal de Philip Pullman.

«Ridículas advertencias»

Puntualmente, la universidad fijó este texto en la lista dirigida al módulo de Enfoques de la Literatura de acuerdo con el documento Daily Mail obtuvo: «Aunque estamos estudiando una selección de textos para adultos jóvenes en este módulo, la naturaleza de las teorías que les aplicamos puede conducir a algunas conversaciones difíciles sobre género, raza, sexualidad, clase e identidad».

Como si se tratara de novelas sanguinarias o alusivas a cualquier tema transgresor y negativo —en lugar de un libro infantil— la academia aseguró que los temas «serán tratados de manera objetiva, crítica y, lo que es más importante, con respeto». Si hay quejas sobre algún contenido, la solicitud es que los estudiantes se comuniquen con el líder del módulo.

En este sentido, son válidas las palabras del parlamentario de Reino Unido, Andrew Bridgen, quien dijo que «los niños entienden que en cualquier historia exitosa, los personajes tienen que enfrentar desafíos, al igual que todos nosotros, en nuestras vidas, también los enfrentamos».

“Los niños y los jóvenes son increíblemente resistentes. Realmente es muy triste que las universidades busquen robarles esa resiliencia con ridículas advertencias».

A él lo secunda Toby Young, secretario general de Free Speech Union, organización que defiende la libertad de expresión y se opone a la cultura de la cancelación. «Estos libros celebran el coraje y la resiliencia de sus protagonistas, alentando a los jóvenes a no tener miedo de correr riesgos».

Oda el Gran Hermano

La sociedad no ha llegado aún al punto de la utopía que muestra la película «Farenheit 451», en la que los bomberos queman libros y la única fuente de conocimiento son materiales audiovisuales. En el largometraje los líderes controlan a los ciudadanos, sus emociones y no existe el libre pensamiento.

Por ahora no hay fuego de por medio, al menos no literalmente hablando. Sin embargo, hoy sí hay cancelación y mucha. La novela 1984 es objeto de censura en la Universidad de Northampton, Inglaterra. La institución alega que la obra de George Orwell «contiene material explícito que algunos estudiantes pueden encontrar ‘ofensivo y perturbador’”. Parece que la trama del libro se volvió realidad con el Gran Hermano vigilando todo y la Policía del Pensamiento ejecutando sus órdenes. Otros libros que acorralan bajo la misma premisa son V de vendetta, de Alan Moore. y Final de partida de Samuel Beckett.

Si vamos a Estados Unidos, el ejemplo está en seis libros de Dr. Seuss dejarían publicarse por contener dibujos supuestamente “racistas”. Por lo tanto, hay muestras de sobra para demostrar que la lectura se convirtió en otro peligro para una ideología que quiere imponerse a cualquier costo.

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