Estas cifras arrojan esperanza sobre los pacientes con cáncer que después de enfrentarse al diagnóstico de su enfermedad, deben afrontar uno de los efectos secundaros más visibles y traumáticos que existen: la alopecia. Hay pacientes que llegan a comparar la pérdida del pelo con la pérdida de una mama y algunos estudios revelan que entre el 8% y el 10% de los pacientes se plantea no recibir quimioterapia por el miedo a perder el pelo.
Psico-oncólogos coinciden en que evitar este efecto secundario, ayuda a los pacientes afrontar mejor la enfermedad, renunciando al estigma de “enfermo” y centrándose en su lucha contra el cáncer sin que su aspecto físico afecte a su autoestima, su vida laboral, familiar e incluso sexual.
Cualquier paciente puede solicitar el tratamiento en centros privados y públicos. Aunque todavía no está financiado por la seguridad social, su coste no es mayor que el de una peluca de alta calidad. En algunos hospitales, como el de Ourense, se ha ofrecido de manera gratuita durante un año – financiado por distintas fundaciones- y los pacientes han respondido muy favorablemente.
El tratamiento consiste en un enfriamiento continuo del cuero cabelludo mientras se recibe la sesión de quimioterapia, que no interfiere en los fármacos que siguen circulando en la sangre del paciente. Se aplica mediante un gorro de silicona con un circuito integrado por el que circula un liquido refrigerante. De esta manera, el cuero cabelludo alcanza la temperatura de unos 19º a 21ºC. a nivel de la piel, provocando que los quimioterápicos reduzcan su acción toxica.