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La Declaración de la RAN no cita a Ceuta y Melilla pero «reitera la posición» de Sánchez sobre el Sáhara

La XII Reunión de Alto nivel (RAN) entre Marruecos y España se ha cerrado este jueves en Rabat con la firma de una Declaración Conjunta entre los dos gobiernos. El documento, con 74 puntos, tiene dos detalles importantes: obvia la «soberanía» de Ceuta y a Melilla, al no comprometer un calendario concreto para la reapertura de las fronteras y la instauración de aduanas; y sin embargo, sí «reitera la posición» sobre el Sáhara Occidental que rompió 40 años de consenso español en política exterior.

Fue ese viraje súbito el que desencalló la gravísima crisis diplomática entre los dos países que llegó a su culmen con el asalto de casi 10.000 personas a Ceuta, en mayo de 2021, alentados por las autoridades de Marruecos.

Así lo ha expresado insistentemente, hasta tres veces, el primer ministro marroquí, Aziz Ajanouch, ante Pedro Sánchez en los últimos dos días. Y así queda claro en el documento oficial que cierra la cumbre.

[Agravio de Mohamed VI a Sánchez: primera vez en 6 RAN que el rey del país no recibe a un presidente]

El punto 8 del documento es así de explícito: «En cuanto a la cuestión del Sáhara Occidental, España reitera la posición expresada en la Declaración Conjunta adoptada el 7 de abril de 2022, con motivo del encuentro entre SM el Rey Mohamed VI y el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez».

Un mes antes, en marzo, el gobernante español había decidido abandonar la apuesta tradicional de España por la autodeterminación del pueblo saharaui y «apoyar» la solución marroquí. Es decir, la integración en el territorio soberano de Marruecos bajo un régimen no definido de «autonomía».

Crisis diplomáticas

Aquello significó el cierre de la herida que se había abierto en Marruecos con la acogida en secreto del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para ser tratado de Covid en España. Pero también significó para España la apertura de otra crisis bilateral, en este caso con Argelia.

Tras diez meses de intensas negociaciones, por fin, este 2 de febrero se ha celebrado la XII RAN, una cumbre que no tenía lugar desde 2015, todavía con el Gobierno de Mariano Rajoy en la Moncloa.

Las conclusiones de la reunión tienen muchos frentes, pero sobre todo en el campo económico y cultural. Apenas hay concreciones en los aspectos que más importaban a España: la seguridad, la migración irregular, la reapertura de las fronteras de Ceuta y de Melilla y, sobre todo, la concreción del calendario para que estos pasos cuenten con aduanas comerciales.

De este modo, el documento oficial que resume los hitos de la cumbre obvia los intereses de España sobre la «soberanía» de sus dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla en el norte de África, pero sí «reitera la posición» marcada por Sánchez, el pasado mes de marzo, y sustanciada en la reunión con el rey marroquí el 7 de abril de 2022.

Es decir, la apuesta por el «plan de autonomía» para la antigua provincia española dentro de Marruecos «como la solución más sólida, realista y creíble para resolver este conflicto», que Marruecos califica de «artificial».

Lo más cerca que ha logrado la delegación española para concretar sus intereses en lo tocante a las fronteras terrestres de Ceuta y de Melilla es el punto 42, en el que el texto se limita a expresar que «las dos partes reiteran su compromiso con la plena normalización de la circulación de personas y mercancías de manera ordenada«, incluyendo los «dispositivos adecuados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo».

Puntos clave

El texto acordado por las dos delegaciones se retrasó varias horas después de la clausura de la cumbre. Los últimos flecos de la terminología y la revisión para que las traducciones al árabe, francés y español fuesen exactas demoraron la publicación de un documento que Moncloa calificaba de «histórico» o «son precedentes».

Y aunque es cierto que jamás se firmaron tantos memorandos de entendimiento, declaraciones de intenciones o protocolos, algo ocurrió en la noche entre el miércoles y el jueves. Porque la delegación española daba por hecho que las firmas serían dos más.

Significativo había sido que en la ceremonia oficial, sentados en el plenario, sin subir a la mesa que presidía el escenario a signar documento alguno se quedaron la vicepresidenta Nadia Calviño y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

La Declaración Conjunta expresa la «oportunidad» que ha significado la RAN para «renovar la determinación de los dos países de actuar, de manera conjunta, para la continuación de esta nueva dinámica», tras la profunda crisis que vivieron sus relaciones hasta hace menos de un año. Una «nueva etapa» que es, según sella el documento, «necesaria para el bienestar de los dos países y la prosperidad de toda la región».

Puentes recíprocos

Asimismo, España reconoce una «dinámica de apertura, progreso y modernidad» en Marruecos, marcada por el plan de recuperación tras la pandemia, incluido en el denominado «Nuevo Modelo de Desarrollo, la Regionalización Avanzada, la Estrategia Nacional para el Desarrollo Sostenible», así como el «nuevo ámbito de actuación
en materia de solidaridad social».

Uno de los puntos en el que más han insistido las delegaciones de ambas partes durante estos días es en el de que España actúe como puente hacia Europa y Marruecos como puente hacia África para la otra parte. Tanto en los ámbitos políticos como económicos y sociales.

Así, nuestro país reconoce a su vecino del sur como «un actor regional e internacional creíble y escuchado», que juega un papel «decisivo para la estabilidad, la paz y el desarrollo» en el Mediterráneo, la región atlántica, «en el espacio sahelo-sahariano y en África».

Y en ese mismo sentido, Marruecos «saluda la proyección internacional multidimensional de España», así como sus «múltiples contribuciones a la estabilidad, la paz y el desarrollo sostenible». Rabat, además, ha incluido una mención expresa a «la importancia que concede a la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea» en el segundo semestre de este año, para «la profundización de las relaciones privilegiadas» del país con la UE.

Como informó EL ESPAÑOL, el documento incluye una apuesta por «impulsar la cooperación entre las dos orillas del Mediterráneo», y ambas partes «reiteran su compromiso de seguir construyendo un Espacio Común de Paz, Prosperidad e Integración«. 

Seguridad y economía

En aspectos de seguridad, hay una declaración solemne y un desarrollo algo más vago. La primera es, concretamente, el «especial compromiso» de Rabat y Madrid «con la lucha contra el terrorismo internacional, que es fundamental para la seguridad y la estabilidad de la región euromediterránea y a nivel global».

Y el segundo se limita a citar el acuerdo en «intensificar» la cooperación en el ámbito de «la lucha contra la migración irregular, el control de fronteras, la lucha contra las redes y la readmisión de migrantes en situación irregular«.

Este último asunto es clave para España, que desde la pandemia no logra recuperar las tasas de devoluciones y expulsiones de los migrantes sin papeles. Se pasó de una media superior al 10% a la actual, que apenas roza el 3% con Marruecos. Fuentes de Interior admiten el desafío, aunque no pasan de apuntar a que «seguimos trabajando» para lograr avances

Finalmente, en el aspecto meramente económico, España ha visto una puerta abierta al desarrollo de nuevas oportunidades de inversión y generación de riqueza, comercio y empleo en los próximos años. Marruecos necesita «una asociación mutuamente beneficiosa», es decir, dinero fresco para su «Nueva Carta de Inversiones», que acaba de promulgar.

Y con el objetivo de hacer del vecino del sur «un destino de inversión internacional», ofreciendo «oportunidades reales en sectores estratégicos», los dos países se comprometen a «aprovechar el excelente estado de las relaciones económicas y comerciales» para impulsar el comercio y las inversiones bilaterales «hasta
niveles sin precedentes».

Y en ese marco se incluye como motor principal el nuevo Protocolo Financiero, que duplica los recursos disponibles, «hasta un total de 800 millones de euros».

La idea es utilizar «instrumentos financieros reembolsables y no reembolsables» para «apoyar proyectos de interés prioritario que desarrollará el Gobierno de Marruecos, especialmente en los ámbitos de las infraestructuras, las energías renovables, el agua y el saneamiento, las instalaciones educativas y sanitarias y los sectores productivos».