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La estética cutre frente a la ‘soft’ en Vox Málaga (o a quién eligiría como nuera)

Alicia Roffé.- Escojan entre estas dos opciones; la que más les guste. En Vox Málaga han elegido la peor opción. Muchos afiliados terminan dando la espalda a quienes no les representan, pues su perfil católico y conservador no se refleja en sus líderes. Es una cuestión de principios y de estética, que se aleja del votante medio de Vox. No es la imagen adecuada, ni la que se debería dar de los jóvenes. Es necesario proyectar una imagen de persona responsable, dialogante, buena comunicadora, receptiva, frente a las candidatas que presentan rasgos más agresivos y nos muestran un grado de masculinidad más alto que pone en peligro la percepción de cordialidad y de honestidad que se tiene de las féminas.

Sin embargo, parece pertinente defender que las mujeres candidatas podrían beneficiarse acentuando características masculinas, como el liderazgo, la agresión y la dureza, rasgos estereotípicos atribuidos a los hombres. Pero nunca lo estrafalario, como son los tatuajes o el pelo rojo, porque entonces Vox no se diferenciaría en nada de otros partidos. La estética no puede robar protagonismo al mensaje. Lo sexy y lo llamativo deben dejarse de lado. Compárese la imagen de Anabel Ortega con la de Macarena Olona, que elige a menudo colores grises, vestimentas sobrias, y da una imagen fresca, relajada, cercana. Su elegancia se mide también en el gesto preciso y en el discurso honesto. El mensaje que subyace en la elección que hace de su atuendo, propio de una mujer eficiente y preparada, es lo que importa.

«A las mujeres se les sigue exigiendo el doble para reconocerles sólo la mitad», explica la psicóloga Valvanuz Sánchez de Amoraga. La ostentación también es contraproducente, como es pasearse en un yate, mientras se da un discurso a personas de escasos recursos. La sobriedad es la norma para dirigirse a sus seguidores o ir a su oficina. Ir a la vanguardia de la moda es una elección apropiada entre familia o amigos, pero el resto del tiempo se impone la mesura para resaltar que se realiza un trabajo digno, que se posee capacidad, y por tanto deben quedar velados tanto el poder adquisitivo como los atributos físicos, lo que se consigue con una imagen conservadora y equilibrada, pues es el estilismo acorde con la ideología que tratamos. Ni siquiera cuando se representa a los jóvenes se puede soslayar este hecho. Los largos de falda hasta la rodilla, o los trajes sastre, son aspectos que hacen bastante elegante, explica el estilista Víctor Blanco.

Para los psicólogos, estas mujeres, expuestas constantemente a la luz pública consiguen crear una imagen positiva en otras, como explica Sánchez de Amoraga. Existen siete tipos básicos de estilo: natural, clásico, elegante, romántico, creativo, seductor y dramático. Entre clásico y elegante es como se transmite mejor en esta tendencia de derechas. Hoy día, no tienes que utilizar un traje sastre y tacones de aguja para proyectar una imagen profesional, si bien existen ciertas imágenes recomendadas.

Una joven puede despuntar por su naturalidad y frescura, con camisas masculinas, jeans pitillo y tacones. Se trata de una imagen que contrasta con la sofisticación, que busca el acercamiento a otros jóvenes. Pero en ningún caso puede ser estridente, provocativa, tatuada y hacer pensar en lo que se esconde físicamente debajo de su atuendo. No se pide a una mujer joven llevar el pelo corto, o media melena, ni vestido hasta la rodilla y americana, un look total ‘‘voguette», término con el que se designa a las editoras de las revistas de moda, sino tener apariencia de persona sencilla, honrada, honesta y trabajadora, que alcanza sus metas por sí mismas. Cristina Moya y Macarena Olona son el ejemplo.

*Responsable de Cultura de Alerta Digital