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Por qué el millonario contrato de Broncano ha hecho saltar por los aires la dirección de RTVE

El cese del director de Contenidos de RTVE, José Pablo López, y la posterior destitución de la presidenta interina de RTVE, Elena Sánchez, han vuelto a evidenciar la guerra sin cuartel que desde hace tiempo se libra en el ente público. El origen del enfrentamiento ya no es ideológico, sino económico: en qué se gasta el dinero, cuánto se gasta y a quién se beneficia. En este campo de batalla, eran más que evidentes las tensiones que podría generar el millonario fichaje de David Broncano y su famoso programa La Resistencia: nada más y nada menos que 42 millones de euros por tres temporadas que, además, se firmarían del tirón, según la propuesta inicial.

Con el nombramiento de Concepción Cascajosa como nueva presidenta interina, la votación sobre este asunto se ha pospuesto hasta la próxima semana, pero la batalla está más viva que nunca. Ante el rechazo suscitado, los términos del contrato se han modificado ligeramente: ahora se contempla firmar por dos años, con posible cancelación el primero si no se alcanza una audiencia del 7,5%. Sin embargo, el hecho de que el Gobierno haya consegido imponer a la «militante del PSOE», como ella misma se definía cuando entró a formar parte del Consejo, apunta a un camino mucho más allanado que hace tan solo unos días.

Un desembolso inédito

El interés de Moncloa por fichar a Broncano se daba por descontado, puesto que, si la apuesta funciona, serviría para restar audiencia a El Hormiguero de Pablo Motos, un presentador incómodo para el sanchismo por sus críticas al Gobierno. El problema es que no todos los consejeros estaban dispuestos a tremendo desembolso. «Ni siquiera Operación Triunfo en su época dorada costaba eso, y eso que OT daba mucho más contenido, porque no sólo eran las galas, sino la academia, etc. y tenía una audiencia brutal», apuntan fuentes sindicales.

Pero, es más, es que ni siquiera está claro que, en caso de ficharle, Broncano lograse la audiencia esperada. «Primero, porque Pablo Motos está muy asentado; segundo, porque también competiría con Wyoming y ese segmento también lo está; y, tercero, porque en Movistar tampoco funcionaba», explican dichas fuentes. Los datos caen por su propio peso: «En Movistar, la audiencia no llegaba al 1%. Sus seguidores forman parte de un público joven que no ve la televisión, sino que le sigue a través de Tik Tok o en los vídeos cortos«. De hecho, esa es una de las cosas que más preocupa a RTVE, puesto que el espectador medio de la franja en la que se pretende ubicar el programa tiene en estos momentos más de 65 años.

Historia de una «traición»

Con todos estos datos sobre la mesa, es más fácil entender la pugna entre quienes ven en este fichaje la necesidad de competir con Pablo Motos y quienes lo consideran una locura, al menos en los términos inicialmente planteados. El preacuerdo alcanzado por el Comité de Compras Audiovisuales de la Corporación Pública y la productora El Terrat incluía la firma de tres temporadas a razón de 14 millones de euros cada una, que deberían emitirse en el llamado access time de La 1, es decir, justo después del telediario y antes del espacio estrella de la noche.

En caso de que el programa no alcanzara la audiencia esperada, RTVE se reservaba el derecho de trasladarlo a otra franja, pero, eso sí, pagando exactamente lo mismo. «Vamos, que, si era un fracaso, lo podíamos pasar a otro hueco menos importante, pero el dinero era el mismo. ¿Alguien puede tragar con esto?», se preguntan fuentes sindicales.

La hasta ahora presidenta interina del ente público parecía compartir las reservas de muchos trabajadores y, por eso, decidió abstenerse en el Consejo de Administración celebrado la semana pasada para valorar el acuerdo. Sin desdeñar el fichaje, Sánchez parecía decantarse por intentar negociar un contrato de un año ligado a la audiencia con posibilidad de renovación, «que es lo lógico y lo habitual en televisión», insisten las fuentes mencionadas. Su intención era explicárselo razonadamente al Comité de Dirección y, para ello, no dudó en convocar una reunión. Aquel día fue consciente de que su final estaba más cerca que nunca: la mayoría de sus integrantes vieron sus reticencias como una traición y no dudaron en darle plantón. Tan solo la directora de Gabinete de Presidencia, Verónica Ollé, acudió al encuentro.

El cese de las dos cabezas visibles

Sabedora de que aquello podría suponer su final, Elena Sánchez sorprendía a propios y extraños este lunes lanzando un órdago a la grande: a propuesta suya, el Consejo de Administración debía votar la continuidad de José Pablo López, director de Contenidos y la cabeza visible de aquellos que la semana pasada habían iniciado su particular revolución. Los tres consejeros del PP (Jenaro Castro, Carmen Sastre y Consuelo Aparicio) y uno de los dos de Unidas Podemos (José Manuel Martín Medem) apoyaban la moción, por lo que López era destituido de inmediato.

La noticia empezaba a circular rápidamente por las redacciones en lo que se interpretaba como una pequeña victoria de la presidenta. Sin embargo, apenas unos minutos después, el otro consejero de Podemos enseñaba sus cartas: solicitaba el cese de Elena Sánchez y este era también aprobado, dejando fuera de juego, por tanto, a los máximos exponentes de las dos corrientes enfrentadas. Con todo, el Consejo de Administración y su recién estrenada presidenta, Concepción Cascajosa, siguen teniendo pendiente la votación para decidir sobre el fichaje de Broncano, aunque la última propuesta pararía, como decíamos, por un contrato de dos años, que podría quedar en uno si el primero no se llega al 7,5% de audiencia.