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Una periodista renuncia a trabajar en la CBC por su agenda radical woke

La periodista Tara Hanley, veterana del medio canadiense Canadian Broadcasting Corporation (CBC) ha renunciado a su puesto de trabajo en el medio de comunicación y ha publicado una carta en la que explica su renuncia por la «agenda radical ‘woke’» que ha asumido la cadena.

Hanley explica que, durante sus últimos meses como periodista en el medio canadiense, recibió reiteradas críticas de los espectadores de la cadena hacia los contenidos publicados. «La gente quiere saber por qué, por ejemplo, los filipinos no binarios preocupados por la falta de términos LGBT en tagalo son una prioridad editorial para la CBC, cuando los problemas locales de gran preocupación no se informan», ha explicado en un comunicado.

La periodista denuncia que, durante los últimos años las informaciones publicadas por la CBC han entrado en una degradación imparable que han llevado a la cadena a «pasar de ser un medio confiable de noticias a producir ‘clickbait’ que se lee como una parodia de la prensa estudiantil».

Añade que el motivo de su denuncia no tiene que ver con que su ideología política sea incompatible con la de la CBC sino que, pese a que la periodista se considera de izquierdas, la cadena se ha convertido a la izquierda radical. «Solía ​​ser la más a la izquierda en cualquier sala de redacción, lo que ocasionalmente causaba tensión en las reuniones con mis puntos de vista sobre temas como la crisis de la vivienda. Ahora soy fácilmente la más conservadora, y con frecuencia genero tensión al cuestionar las políticas de identidad. Esto sucedió en el lapso de unos 18 meses. Mi propia política no cambió», detalla Hanley.

Sobre la deriva ideológica de la CBC, la periodista denuncia que trabajar para la cadena supone asumir la «agenda política radical que se originó en los campus de la Ivy League en los Estados Unidos y se extendió a través de las de redes sociales», en referencia al surgimiento de la ideología ‘woke’ que hoy se ha implantado en Norteamérica y que se extiende por todo el mundo.

Así, la periodista también se refiere al violento movimiento Black Lives Matter y a cómo esa ideología ha conseguido que hablar de unas razas (la negra) tenga más relevancia para los medios de comunicación que hablar de otras ( la blanca). «Trabajar en la CBC ahora es aceptar la idea de que la raza es lo más significativo de una persona, y que algunas razas son más relevantes para la conversación pública que otras. Es, en mi sala de redacción, rellenar formularios de perfil racial para cada invitado, e invitar (a la cadena) a más personas de algunas razas y menos de otras», denuncia la canadiense.

Una complicidad que no solo es obligada para con los movimientos globalistas de moda, sino también hacia los gobiernos izquierdistas que comulgan con ellos y los promueven. «Es volverse menos conflictivo con el gobierno y las corporaciones y más hostil con la gente común con ideas que a Twitter no le gustan», incide Hanley.

La periodista también hace referencia al covid y a las vacunas y a cómo los medios de comunicación no aceptan el debate sobre esta cuestión y tampoco sobre muchas otras cuestiones que se considera que «están fuera de la mesa».

«Es capitular ante la certeza, cerrar el pensamiento crítico, acabar con la curiosidad. Mantener la boca cerrada, no hacer preguntas, no mover el bote. Esto, mientras el mundo arde», incide la periodista en el final de su texto.

El comunicado de renuncia de Hanley, quien ha denunciado también que la deriva ideológica de la CBC no es exclusiva sino que se ha extendido por toda Norteamérica y puede provocar daños y cambios –ya los está provocando– en la sociedad y en su modo de vivir, ha generado decenas de miles de reacciones en Twitter.

Canadá es el primer país del mundo en la aplicación de políticas woke; su primer ministro, Justin Trudeau, prohibió en el año 2018 el uso de los términos ‘señor’ y ‘señora’ para «evitar dar la impresión de que se da un sesgo sexista en el trato». Es solo un ejemplo, el delirio progre al que Canadá se ve sometida desde hace años ha provocado el veto a la activista Nobel de la Paz Nadir Murad porque su testimonio sobre cómo el ISIS la esclavizó sexualmente puede «fomentar la islamofobia», que políticos blancos se hagan pasar por nativos americanos para conseguir cargos en la Administración o que el propio Trudeau haya admitido el ataque a derechos fundamentales durante la pandemia y haya amenazado con seguir haciéndolo, entre otros muchas barbaridades.