Inicio Argentina Blas, el alumno 10 de la UNLP: hijo de la escuela pública...

Blas, el alumno 10 de la UNLP: hijo de la escuela pública de un pueblo del interior bonaerense

“Cuando mi papá y mi mamá llegaban del trabajo se encontraban con la casa llena de chicos, compañeros del colegio que venían para que los ayudara con Matemática, Física. Me gusta enseñar, aunque más me interesa la investigación”, cuenta Blas Fernández, el joven de 26 años que nació y creció en Coronel Mom, un pequeño pueblo del interior bonaerense profundo, desde el cual llegó a La Plata a los 18 años para estudiar Licenciatura en Matemática y graduarse, en marzo de este año, con promedio 10.

Hoy es docente de Algebra en Ciencias Exactas -su facultad-, y también en el Observatorio y en Ingeniería, al tiempo que realiza el “Doctorado en Ciencias Exactas área Matemática”.

Coronel Mom es un pueblo de unos 800 habitantes, perteneciente al partido de Alberti. Tiene un jardín de infantes, una escuela primaria y una secundaria, de la cual Blas egresó con 9,88 de promedio general. “Los tres (establecimientos) son públicos y dependen de la Provincia”, realza, y se remonta hasta el año de su nacimiento, 1992, para explicar el origen de su nombre. “Mi hermano es fanático de Boca, y pidió que me pusieran Blas por Blas Giunta”, el emblemático 5 del equipo Xeneize de entonces. El “10 de la UNLP” también es hincha de Boca. Pero aclara que “en La Plata soy de Gimnasia”.

Aunque prefiere ver deportes antes que jugarlos, el fútbol en particular es una cuestión de familia. “Mi papá es remisero y árbitro en la Liga de Chivilcoy (a 39 km de Alberti), y mi hermano es el preparador físico de Independiente (de esa ciudad), un equipo amateur que en la Copa Argentina de este año llegó a jugar contra Argentinos Juniors”, destaca Blas.

Su madre es profesora de Lengua y Literatura, hoy jubilada. “Dio clases en la misma secundaria a la que fui yo”, apunta, y resalta que “gracias al profesor de Matemática” que tuvo en los últimos tres años del colegio, eligió el camino que lo llevó a la universidad y al campo de la investigación.

“Como me encantaba la materia y tenía facilidad, me empezó a exigir más y a dar contenidos por fuera del programa. Ahí es cuando algo hizo clic y me di cuenta que me quería dedicar a esto”, relata. Aunque reconoce que no fue sencillo. “Como el profesor la conocía a mi mamá, habló con ella y con mi papá hasta que los convenció de que lo mejor para mí era venir a La Plata. Es que mis estudios acá implicaban un gran esfuerzo, y ellos no tenían muy en claro qué salida laboral tenía un licenciado en Matemática, de manera que se inclinaban porque hiciera el profesorado en un instituto. En realidad, en ese momento ni yo lo tenía muy claro”, confía Blas y ríe. Completa: “Yo sabía que me apasionaba la Matemática. Recién cuando empecé la carrera, en 2010, me terminé de convencer de que había sido la elección correcta”.

Yo sabía que me apasionaba la Matemática. Recién cuando empecé la carrera me terminé de convencer de que había sido la elección correcta”

Para dedicarme a la investigación necesitaba una buena nota, por lo que me aseguraba de llegar muy bien preparado a cada mesa”

Hizo todas las cursadas en tiempo y forma, y luego se dedicó a rendir los finales que le quedaban. “Como había decidido hacer el doctorado para dedicarme a la investigación, necesitaba una buena nota, y como en la carrera no existen las promociones, sino que todas las materias tienen examen final, me tomaba hasta dos meses o más para prepararlos. Nunca buscando el 10. Eso no se puede manejar. Yo me aseguraba de llegar muy bien preparado a cada mesa”, dice Blas.

Consultado por su día a día durante la carrera, responde: “Soy normal eh?”, y ríe nuevamente. “Tengo muchos amigos, y me gusta salir con ellos, sobre todo a bares, a charlar, pasarla bien. ¿Deportes? Prefiero verlos. Me encanta el hockey. He ido a ver a Las Leones y Los Leones”, cuenta.

Cinco

En marzo pasado se graduó. Él y cuatro más. “Hoy en día se están anotando a la licenciatura en Matemática unos 80 alumnos por año. Lo que pasa es que las primeras materias son comunes a varias carreras, de modo que el desgranamiento no se nota hasta la parte final”, explica.

¿Para los chicos las ciencias duras son un cuco? “No tienen buena fama. A mi, las primeras materias me costaron, lo que pasa es que me gustaban. La cursada de Algebra -de la cual es uno de los docentes- la empiezan entre 300 y 400 por año y terminan menos de 100. Pero hay programas en los que, en forma permanente, se evalúan esas cosas y se van haciendo adecuaciones para que nadie se retire al primer tropezón”, puntualiza.

Blas ya inició el doctorado, un camino de entre 3 y 5 años hacia la investigación. Su campo es la combinatoria algebraica. “El año pasado tuve la oportunidad de estudiarla 6 meses en Eslovenia, uno de los cuatro países más avanzados en la materia. Mi director de doctorado es de allá. Estuvo en La Plata hace un tiempo. Y se hizo de Gimnasia. Tiene hasta la camiseta”, cuenta Blas, aunque no olvida que su directora, en cambio, es de Estudiantes.