La multitudinaria marcha contra el beneficio del 2×1 para delitos de lesa humanidad. Foto: LA NACION / Marcelo Gómez
De un lado, la Casa Rosada. Del otro, una multitud de miles de manifestantes. En el medio, el escenario, epicentro de la masiva manifestación que tuvo lugar ayer por la tarde en la Plaza de Mayo para repudiar el fallo de la Corte Suprema a favor de un represor de la dictadura militar. Allí estuvieron, junto a los representantes de organismos de Derechos Humanos, varios referentes del arco político -Frente para la Victoria, Frente Renovador, Libres del Sur, Frente de Izquierda-. Sin embargo, no hubo en el escenario presencia de Cambiemos.
La mayor parte de los dirigentes políticos llegó entre las 17 y las 18.30 al acto cuya convocatoria estaba planeada para las 18. Junto al enorme escenario se había montado una pequeña carpa blanca donde se ofrecía té y café en vasos de telgopor para enfrentar mejor la tarde fría, que se transformó en una noche helada.
Martín Sabbatella. Foto: LA NACION / Brenda Struminger
Pasadas las 18, hicieron su aparición allí las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, muchas en sillas de ruedas, con bastones, acompañadas por sus familiares y amigos. Habían llegado en una combi. La música que emanaba de enormes parlantes las envolvía mientras subían por la rampa de madera montada para acceder al escenario. «Fuerza Nora», le gritó alguien a la titular de Madres Línea Fundadora, Nora Cortiñas, una de las oradoras del acto, mientras ascendía en fila con otras madres. Ella le dedicó una sonrisa y un saludo con la mano. Luego se dispuso en los asientos de plástico sobre el escenario.
Aunque las Madres subieron a las tablas apenas llegaron, muchos de los políticos que participaron se quedaron debajo durante varios minutos: conversaban con periodistas y dirigentes de derechos humanos. Más allá de las vallas, 400.000 personas se reunían para apoyar el reclamo, muchos con pañuelos blancos alrededor del cuello, como símbolo de solidaridad con las Madres y Abuelas.
Facundo Moyano. Foto: LA NACION
De buen talante, los diputados nacionales Juan Cabandie, Maira Mendoza y Nilda Garré; el ex director del Afsca Martín Sabbatella y el legislador del Parlasur Daniel Filmus aparecieron en el sector de la plaza delimitado con vallas, a la derecha del escenario donde los referentes de la organización de la marcha brindarían sus discursos.
También llegó el diputado nacional por el massismo Facundo Moyano. Así como su par de Libres del Sur Victoria Donda, hija de desaparecidos y activa militante de Derechos Humanos. Estaba con su hija y con su esposo, el periodista Pablo Marchetti. Cerca se encontraba el dirigente del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), el diputado nacional Néstor Pitrola.
Los dirigentes opositores dijeron a LA NACION que la marcha no pertenecía a un sector en particular. «Estamos acá para repudiar un fallo aberrante que intentó retroceder con conquistas ganadas por varios años», dijo Cabandie.
Juan Cabandié. Foto: LA NACION
Sabbatella coincidió, aunque se mostró duro con el Gobierno: «Estoy en repudio de este fallo. La inmensa mayoría de los argentinos creemos en la democracia y en el futuro. Esto no es una marcha de un sector o un partido sino de todos los que creemos en la democracia. No hay un uso político. Está claro que el kirchnerismo terminó de definir que las políticas de derechos humanos son una cuestión de Estado. Y que Macri tiene un vínculo con la historia más oscura de la historia». Y agregó: «Cuando se despega del fallo es porque leyó las encuestas y se dio cuenta de que la mayoría de la sociedad cree en la democracia. Pero lo bueno es que todos somos conscientes de que esto no es un reclamo de un sector u otro».
¿No genera un rédito político para la oposición?, se le consultó a Moyano. «La verdad es que yo no tengo nada concreto, más allá de alguna interpretación», respondió. «Esto no es una pelea política, ni siquiera ideológica. Los derechos humanos son de todos los argentinos. Pero me gustaría que el Presidente, ya que se ha manifestado en contra de este fallo y de que siempre estuvo en contra del 2×1, tome esto y se lo ponga al hombro y haga las denuncias que tiene que hacer en el ámbito internacional. Es su deber como mandatario».
Victoria Donda junto a su familia. Foto: LA NACION
«Estoy acá como estuve todos los 24 de marzo en la Plaza de Mayo, procurando que no se olvide el terrorismo de Estado», expresó Filmus. «Nunca más alguien que torturó o asesinó o secuestró chicos debe estar suelto».
Y criticó al Gobierno: «La Corte falló así porque se creó un clima en el gobierno nacional de que era posible hacer eso. El Gobierno quiso borrar el 24 de marzo y el 2 de abril, y no pudo. Y salió a decir que no había 30 mil desaparecidos. Dijo que había una guerra sucia y no terrorismo de Estado. Entonces generó las condiciones para que se pensara que este fallo puede tener lugar, puede pasar. Por eso, hoy el gobierno nacional está dando marcha atrás, en una actitud que hay que valorar. Unánimemente las dos cámaras están decidiendo que esto no va a pasar. Y va a quedar para siempre grabado que fue unánime. En esto no hay banderías políticas partidarias».
«No nos invitaron»
El diputado nacional de Pro Daniel Lipovetzky fue uno de los primeros dirigentes del oficialismo que salió a cuestionar públicamente el fallo de la Corte. Ayer estuvo en la marcha, pero no en el escenario. «No nos invitaron», dijo a LA NACION a través de una charla telefónica. «Los derechos humanos son de todos los argentinos y avanzaron por la lucha de muchos. Esta marcha era la demostración de la pluralidad de este pensamiento, sin divisiones partidarias. Hubiera estado bien que hubiera presencia de representantes del oficialismo en el escenario», deslizó.
Nilda Garré. Foto: LA NACION
Consultado sobre las declaraciones del presidente provisional de la Cámara alta, Federico Pinedo, quien dijo que no marcharía sino que «cumpliría su función», Lipovetzky opinó: «Esto es muy personal. Cada uno puede pensar si es válido o no ir a manifestarse. Yo creo que era necesario».
Y destacó la presencia de otros dos referentes de Pro en la movilización: la senadora Laura Rodríguez Machado y diputada Anabela Hers, co-autora del proyecto del oficialismo contra la aplicación del 2×1 a delitos de lesa humanidad.
Artistas, periodistas
También hubo en el escenario y sus alrededores varios periodistas, como Víctor Hugo Morales, Roberto Navarro, Andy Kusnetzoff, Matías Martin y Gerardo Rozín.
Darío Grandinetti. Foto: LA NACION
Así como artistas, entre ellos, Alejandra Darín, Daniel Rottemberg, Arturo Bonín y Darío Grandinetti. «El Gobierno permitió y llevó a que pase esto», dijo el actor a LA NACION, apenas un instante antes de saludar con un abrazo al diputado nacional Juan Cabandie. «Este fallo no podría haber ocurrido si los funcionarios de este gobierno no hubieran dicho todos las barbaridades que dijeron. Que los 30 mil no son 30 mil, la teoría de los dos demonios, que fue una guerra. Una vergüenza. Se despegan ahora, pero tardaron una semana».
La ausencia de Bonafini
Los dirigentes, en general, prefirieron no opinar sobrela ausencia de la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, quien había adelantado a través de un video que no iría («La marcha está convocada con un Nunca Más que nos trae malos recuerdos… un Nunca Más que es el de la teoría de los dos demonios», dijo).
«Hebe es una persona a quien quiero mucho, no voy a opinar», dijo Sabbatella. «No es algo con lo que yo esté a favor o en contra», agregó Nilda Garré. «Es algo de pequeñas disidencias entre los organismos de DD.HH., pero nada más».
Pasadas las 20, mientras la multitud se desconcentraba de la Plaza de Mayo por las calles del centro, en un bar en la esquina de Belgrano y Tacuarí, una larga mesa era ocupada por ocho personas de alrededor de 60 años. Llevaban pañuelos alrededor del cuello, las narices rojas por el frío. Después de acomodarse y pedir sus bebidas, una de ellas se incorporó de su silla con el vaso lleno de vino en la mano derecha. «Nunca más», exclamó. Sus ¿amigos?, ¿colegas?, ¿compañeros? alzaron, entonces, sus propias copas. «Nunca más», dijeron, uno a uno. De fondo, entre los ruidos de platos y cucharas de las pizzas que poblaban las mesas, se escuchó la voz de un relator de fútbol. Provenía de un enorme televisor, colgado en el medio del salón. Había un gol de River. «Nunca más», gritó otro comensal mientras se incorporaba, desde otra mesa. Luego se sumó otro y otro más. Eran cerca de las 9 cuando el primer piso del bar Expreso Tacuarí brindó, en conjunto, para que «Nunca Más».