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La entradera, clave de los robos y el miedo de vecinos en Villa Castells

La violencia que recibió el jubilado Hugo Velazco en su propia casa, el jueves por la mañana, fue precedida, según los primeros datos de la investigación judicial sobre esa entradera en Villa Castells, Gonnet, por una amenaza del ladrón: “No digas nada porque a vos te conozco”. Ese retaso de la historia empieza a mostrar la dramática dimensión que tendría el caso en un contexto de robos que serían planificados desde el mismo barrio y explicaría por qué entre sus vecinos el miedo le fue ganando a la preocupación por la inseguridad.

En las horas posteriores al ataque al gasista de 85 años, en su casa de 9 entre 498 y 499, varios de sus vecinos durante las últimas décadas hicieron algunos comentarios en voz baja sobre sospechas relacionadas con robos en la zona. Todos prefieren reservar su identidad o directamente no hablar.

“Tenemos miedo porque convivimos con los ladrones. Son vecinos nuestros”, lamentó una mujer que habló ayer con este diario. El testimonio coincide con el de otros frentistas consultados, quienes están integrados en grupos barriales y una asamblea zonal.

A Velazco se le diagnosticó ayer en el Hospital San Martín un cuadro gravísimo, con “escasa respuesta neurológica”. Todo derivó de un golpe sufrido en medio de un forcejeo y luego de que el ladrón le pegara en la cara con el revólver que utilizó para obligarlo a entrar a su casa.

El robo y el miedo impulsaron a los vecinos a reclamar un rápido esclarecimiento del hecho y de lo que se considera como una presunta cadena de delitos asociados a una banda que camina a diario por las calles de esa zona residencial en el norte de la Región. Hoy se manifestarán a las 11 en la entrada al barrio, en 502 entre 12 y 13 (ver aparte).

Mientras tanto, una fuente de la investigación a cargo del fiscal Álvaro Garganta (UFI Nº 11) apuntó ayer que a los dos detenidos, de 21 y 35 años, se los acusa por “tentativa de homicidio criminis causa”. Eso es: “Intentaron matarlo para procurar su impunidad”. Según contaron a este diario algunos vecinos, un joven apuntó a Velazco cuando descendía de su auto y lo obligó a entrar a la casa.

Adentro se produjo la violencia y el delincuente huyó sin robar ante los gritos desesperados de la mujer del jubilado. En el barrio lo vieron subir a una moto, conducida por un hombre.

La modalidad de entraderas tuvo varios episodios de robo y violencia en las últimas semanas

El viernes por la tarde, la Policía, en un operativo con fuerte despliegue, detuvo a dos integrantes de la cooperativa de trabajo de Villa Castells a la que el Municipio contrata para la realización de mejoras en las calles. Uno de los arrestados manejaba esa cuadrilla. El otro estaba con la pala en la mano, limpiando una zanja. La escena aporta otra dato clave para los investigadores: “Los tipos son del barrio. Arreglaban la calle, barrían” y presuntamente “marcaban las casas para robar”, añadió la fuente. Por eso, el fiscal Garganta ahora también investiga a los detenidos por otros robos en la zona. No están ajenos al caso los detenidos (una mujer de 43 años y un joven de 25) por intentar liberar a los sospechosos por la entradera cuando eran trasladados a la comisaría segunda.

LA COMUNA REVISA CONTRATACIONES

La acusación sobre los “cooperativistas” puso en cuestión el sistema de contrataciones en la Municipalidad de La Plata. Un vocero informó ayer que uno de los detenidos, de 35 años, “lleva varios años trabajando” para esa entidad formada para prestar servicios a la Comuna. Ahora, “se está analizando introducir en los regímenes de contratación de las cooperativas, la obligación de presentar un registro de antecedentes penales de su personal”, dijo y añadió que “en los casos en donde la persona está insertándose socialmente se le permitiría trabajar cuando no sea reincidente”.

La modalidad de entraderas tuvo varios episodios en los que el robo se combinó con la violencia durante las últimas semanas. En 4 y 34, el pasado martes, dos ladrones dejaron a un jubilado de 88 años gravemente herido. Fue golpeado con saña mientras su esposa, de 81 años, escuchaba todo desde otro ambiente de la casa, con las manos atadas con un precinto de plástico. Hubo también otros casos en San Carlos y Barrio Aeropuerto.