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“Todos con Cristina”: la nueva épica que da sentido al kirchnerismo en tiempos de ajuste

“Todos con Cristina”: la nueva épica que da sentido al kirchnerismo en tiempos de ajuste

Cristina Kirchner, al hablar anoche / Télam

La épica de la resistencia por la supuesta proscripción a Cristina que decantaría el juicio por la denominada causa Vialidad sacó al kirchnerismo del obligado letargo que le imponía el ajuste que lleva adelante Sergio Massa y que, de alguna forma, ahora busca opacar con esta movida con la que ha terminado envolviendo a todo el PJ. Es que si bien esta estrategia sirve al cristinismo para mantener arriba las banderas de su propio relato -anoche materializado en la concentración de Recoleta en rechazo a un vallado que “sitiaba” a la Vice-, también a la Casa Rosada que se sumó a esta virulenta disputa contra la Justicia y los “poderes fácticos” para intentar compensar la deriva en la que está inmersa. Momentáneamente el ajuste quedó en un segundo plano en los medios de comunicación, aunque la inflación golpea a todos los sectores sociales.

ALTA INFLACIÓN

Pese a la relativa calma cambiaria de los últimos días y las febriles gestiones de Sergio Massa al frente del Palacio de Hacienda, a la Argentina le esperan varios meses de alta inflación. Y ningún economista pronostica que en 2023, un año electoral en el que se definirá el futuro rumbo del país, vaya a registrarse un pronunciado descenso de este indicador habida cuenta del reacomodamiento de precios relativos en el que está inmerso la economía.

Es por eso que Alberto Fernández decidió sumarse a la férrea movida, a poner al PJ nacional en “estado de alerta y movilización” e incluso coquetear con la aplicación de un indulto hasta que fue rechazado por el kirchnerismo. Fue esa motivación la que lo llevó, además, a defender a la Vice en una entrevista televisiva en la que cometió el desliz de comparar la suerte que tuvo el fiscal Alberto Nisman con la que podría tener Diego Luciani, que viene de realizar una imponente alegato contra Cristina a quien sindicó como líder de una asociación ilícita que terminó favoreciendo a Lázaro Báez con suculentos contratos en Santa Cruz. Antes de su lamentable declaración, el Presidente se mostró sólido en contrarrestar los argumentos jurídicos de la fiscalía por la imputación a la Vice en dicha categoría penal pero pareció quedarse sin argumentos cuando tuvo que explicar los negocios entre el titular de Austral Construcciones y la familia Kirchner.

Lo cierto es que la intervención del jefe de estado opacó por unas horas la estrategia defensiva de Cristina: volvió a poner sobre la agenda pública el caso Nisman, gatilló una denuncia de juicio político de la oposición en su contra por una supuesta intromisión en asuntos de la Justicia, por lo que nuevamente fue blanco de ácidas críticas desde usinas oficialistas.

Pero finalmente se impuso la estrategia de la “resistencia callejera” en defensa de Cristina y que tuvo ayer su máximo exponente, sin un gran número de manifestantes, con la concentración en Juncal y Uruguay, a metros del departamento de la ex presidenta, luego que Horacio Rodríguez Larreta decidiera vallar la zona ante la protesta de los vecinos. El argumento fue que el alcalde porteño tenía “sitiada” a la ex mandataria. Como sea, fue el corolario de una estrategia del cristinismo que buscó tensar el vínculo con la justicia y la oposición para cambiar la suerte procesal de la ex mandataria. El riesgo de llevar las antinomias al límite, se sabe, es que emerjan casos de violencia política.

Desde hace semanas había pistas de esta radicalización del kirchnerismo con las pintadas que adornan paredones del Conurbano, con leyendas tales como “Jueces macristas ojo con Cristina” o “Si la tocan a Cristina que kilombo se va armar”, que en este último caso fue reversionada como canto de guerra en la asunción del ministro bonaerense Walter Festa, por caso. A la postre, estas manifestaciones han actuado como veladas amenazas a los funcionarios judiciales que sustancian el juicio de Vialidad.

No pareció ingenuo, tampoco, subir al “ring” a Larreta, como lo hizo Máximo Kirchner en un acto con delegados de la UOM el último viernes, cuando le aconsejó quitarse de encima “la mochila” de Mauricio Macri. El jefe de gobierno porteño asoma como uno de los principales candidatos a disputar la presidencia en 2023. Y, como concluyó un funcionario cercano al jefe de estado, de lo que se trata la nueva épica kirchnerista en última instancia, es de comenzar la campaña “Cristina Presidenta” más allá que hacia el cierre de listas ella decida nuevamente postular otro “candidato delegado” para la primera magistratura.

Las marchas que se abrazan al “Todos con Cristina” dan una razón de ser a un oficialismo en el que abundan las diferencias internas y cuyo mayor interés, en todo caso, es evitar el “abismo” de una crisis socio-económico que ponga en riesgo la institucionalidad. Esta agudización de la grieta, con todo, también le sirve a un sector de Juntos por el Cambio que coquetea con la radicalización.

“Las movilizaciones sirven hasta que llegue la primera boleta de luz con los aumentos”, ironizó una fuente oficial. Es que, a diferencia de otras “batallas del kirchnerismo” como el conflicto con el campo o la Ley de Medios, hoy convive con una economía con alta inflación que viene horadando el poder adquisitivo de los trabajadores.

INTERROGANTES

También surgen interrogantes sobre si esta agudización de la disputa política podría interferir con el “Plan Massa” que busca estabilizar las variables económicas. En su discurso del viernes, el diputado Kirchner volvió a emprenderla contra el campo quizás, con conocimiento, que aún no hay acuerdo entre Economía y la Mesa de Enlace por establecer “un dólar soja” que acelere la liquidación de granos.

Pero, en el fondo, el titular del PJ bonaerense dejó por sentado que no acuerda con el “ordenamiento fiscal” devenido del pacto con el FMI. Así, presiona por el pago de “sumas fijas” de $30 mil a trabajadores privados que hoy no cuentan con el aval de empresarios y de la CGT. El objetivo es seguir el relato K de dar impulso a la demanda, en este caso, con la continuidad de la carrera de precios y salarios en la que está inmersa la economía y que Massa intenta regular.

Tampoco hay apoyo del kirchnerismo a las políticas “de alivio fiscal” que impulsa el Palacio de Hacienda. Frente a las quejas de los intendentes por la falta de recursos para hacer frente a la actualización paritaria devenida de la alta inflación, el gobernador Axel Kicillof les recomendó que le den “un sacudón al ABL” para mejorar la recaudación. Esas diferencias en el oficialismo, por ahora silenciadas por la épica cristinista, más temprano que tarde podrían aflorar nuevamente.