La pregunta que surge tras la captura, la semana pasada, de un capitán del Ejército y un soldado profesional con un cargamento de droga camuflado en un carro oficial del Ejército, en vías de Risaralda, es ¿a quién iba dirigido el alijo?
Eso es lo que buscará establecer la Fiscalía, tras la medida de aseguramiento de carácter intramural que un juez ordenó en contra de los dos militares.
El alijo estaba conformado por 348 kilos de coca, divididos en 216 paquetes de clorhidrato de cocaína que pesaba 210 kilos y 44 pacas de base de coca, con un peso de unos 90 kilos.
El capitán Daniel Leandro Arboleda Meneses y el soldado profesional Juan Pablo Muñoz Bermúdez pertenecientes al Batallón de Instrucción y Entrenamiento N° 15 ubicado en las Ánimas, Chocó, al parecer, se dirigían hacia Medellín, y el carro habría partido desde del departamento del Cauca.
A pesar de que la captura de los militares fue realizada por la Policía de Risaralda, en el peaje de Acapulco entre Viterbo y Anserma (Caldas), esta institución no difundió ampliamente el “positivo” el mismo día de los hechos, como sí se hace en otros casos.
Solo trascendió a los medios de comunicación un boletín oficial del Comando de la Séptima División del Ejército, en el que se anuncia una investigación disciplinaria.
“Esta acción que merece todo el rechazo por parte del Ejército Nacional, va en clara contravía de las políticas institucionales, principios, valores y normas de buen comportamiento que distinguen a los soldados de la Patria. Por esta razón se inició una investigación disciplinaria interna por este reprochable episodio”.
