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Cuba y los derechos de los que no tienen derechos

(AFP)

LA HABANA, Cuba.- A juzgar por lo planteado en el Anteproyecto de Constitución que debatieron en la Asamblea Nacional entre los días 20 y 22 de julio, las parejas del mismo sexo serán legalizadas en Cuba. Eso, si antes no estalla una sublevación cristiana a la que se sumarían machistas, prejuiciosos y otros homofóbicos de apretados esfínteres.

Eso temían las autoridades, cuando muy asustadas, prohibieron una marcha por la Rampa para protestar contra el matrimonio igualitario que había sido convocada para el sábado 14 de julio por varias iglesias evangélicas.

Y no fue precisamente porque la marcha fuera a obstaculizar los preparativos para el concierto de Armando Manzanero que iba a tener lugar en 23 y M al día siguiente, tan bonito, con canciones tan románticas y 100% de energía limpia. El Departamento de Seguridad del Estado, siempre tan paranoicamente prevenido, temía que la marcha fuera aprovechada por “la contrarrevolución” para provocar disturbios violentos, como en Venezuela y Nicaragua, algo así como una guarimba cristera y homofóbica.

No se les quitó el susto y estuvieron muy vigilantes los segurosos, cuando en lugar de la marcha, jóvenes y adolescentes cristianos repartieron por toda La Rampa impresos contra el matrimonio homosexual y en pro de la “familia original como la creó Dios”, y ejemplares de la Biblia, de portada rosadita para las muchachas y negra para los muchachos, en cumplimiento de la exhortación que les hiciera el pastor Lester Fernández, de la Iglesia Metodista, durante un ayuno en el templo de 25 y K, en El Vedado, al que asistieron varios centenares de feligreses, similar a otros ayunos efectuados en otras iglesias protestantes de La Habana, Holguín, Guantánamo y Pinar del Río.

La campaña contra el matrimonio igualitario se inició el pasado 28 de junio, cuando prelados de la Iglesia Evangélica Pentecostal Asambleas de Dios, las Convenciones Bautistas Occidental y Oriental, la Liga Evangélica y la Iglesia Metodista, emitieron una declaración oficial donde afirmaron que “el matrimonio es exclusivamente la unión de un hombre y una mujer, según enseña la Biblia.”

Hay muchas cosas asombrosas, por no decir sospechosas, en todo esto.

Asombra esta demasiado combativa y dispuesta a todo campaña de denominaciones religiosas mayoritariamente subordinadas al colaboracionista con el régimen Consejo de Iglesias, que habitualmente dicen “no meterse en política”, porque consideran que eso las desvalorizaría. Nunca se han opuesto a ninguna política oficial, ni se han pronunciado en contra las violaciones de los derechos humanos y la falta de libertades políticas. Ni siquiera han protestado por atentados contra la libertad religiosa, tales como la expropiación de terrenos de las iglesias, la negación de permisos de construcción de nuevos templos, las limitaciones a las casas de culto, etc. Pero ahora, estas iglesias, habitualmente tan obedientes y moderadas, no temen pronunciarse alto y claro en contra del matrimonio igualitario.

Más que asombroso resulta repugnante, muy repugnante, cuando los firmantes de la declaración de las iglesias protestantes apelan oportunistamente al machismo-castrista-guevarista-leninista de los veteranos de la elite gobernante al decretar incompatible “la ideología de género” con “nuestra cultura, nuestras luchas de independencia y los líderes de la Revolución”, e incluso remite cual panacea a la ortodoxia comunista practicada en la Unión Soviética, China, Vietnam y Corea del Norte” (¡!).

Sospechoso, pero en sintonía con lo anterior, resulta que uno de los principales propulsores de la campaña sea el reverendo Ricardo Pereira, pastor de la Iglesia Metodista de Marianao, de quien Clara, Villa Clara, se comenta que tiene vínculos con la Seguridad del Estado desde que en el año 2011, en Santa Clara, contó con el apoyo de sus agentes para el desalojo del pastor disidente Jordi Toranzo.

En un país donde no hay libertad de expresión ni se admite la disensión con las políticas oficiales, llama la atención la relativa permisividad de las autoridades frente a esta campaña, que no se ha limitado a las declaraciones, los ayunos y las homilías en los templos, sino que ha incluido la distribución de impresos y colocación de carteles en lugares públicos y que no renuncia a la idea de poder realizar marchas multitudinarias de protesta.

¿Qué hay en todo esto? ¿Algo que se le fue de la mano al régimen? ¿La homofobia hizo que los pastores y sus feligreses vencieran el miedo? ¿Algo preparado en ciertos sectores retranqueros del régimen para demostrar que la sociedad cubana no está preparada para el matrimonio igualitario? ¿Una maniobra gubernamental diversionista, para marear la perdiz?

Después de todo, en este asunto, el lado oficialista, que es el malo habitual, posa de bueno. En otros países el matrimonio igualitario se lucha en los tribunales, pero en Cuba lo quieren llevar a la constitución, impulsado por el Cenesex que preside Mariela Castro, la hija del Primer Secretario del Partido Comunista, que sigue siendo quien corta el bacalao, y si no, miren a ver quien preside la Comisión Constituyente.

¡Qué avanzado es el gobierno cubano, al menos en ese tema! Jamás se hubiera adivinado tanto avance en los tiempos de las UMAP, la parametración y las frecuentes y no muy lejanas en el tiempo redadas policiales con carros jaulas contra los gais.

Nada se puede objetar a lo expresado en contra de la discriminación por motivos doctrinales en un país que es laico, en los debates del Anteproyecto de Constitución por Josefina Diego, la jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista.

Bravo por Mariela Castro, quien parece que después de todo tiene razón en que la homofobia está mucho más arraigada en los cubanos de lo que se suponía, cuando explicó casi a modo de trabalengua, que conceder derechos a los que no los tienen no significa privar de ellos a los que los tienen.

Muy bien por Mariela, aplausos. Pero, ¿son solo los cubanos LGBTI los que no tienen derechos? ¿Y los demás?

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