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Facciolo Alba no cabe en la Cuba de hoy Cubanet

Eduardo Facciolo Alba (Latinamericanstudies.org)

LA HABANA, Cuba.- Es tanta la manipulación del imperio castrista con sus medios de prensa, que aquel héroe, Eduardo Facciolo Alba, apenas se menciona de casualidad: prueba de la aversión, el odio y la fobia que se inculca al pueblo cubano contra Estados Unidos.

Eduardo Facciolo Alba nació en humilde cuna, en el poblado habanero de Regla, el 7 de febrero de 1829. Abandonó la escuela primaria y para ayudar a sus padres se hizo tipógrafo.

En 1852, cuando un grupo de patriotas decidió fundar el primer periódico clandestino de la isla, La voz del pueblo cubano, contaron con el joven Facciolo como linotipista. El 23 de agosto de 1852, mientras terminaba el cuarto número en una imprenta de la calle Obispo, Facciolo fue sorprendido por las autoridades españoles y condenado a muerte “como escarmiento”.

Contra Facciolo se cometió el crimen más espantoso de la historia de Cuba, al ser condenado a garrote vil, un método de tortura que años después se tuvo que prohibir en España y que consistía en utilizar una máquina para introducir un tornillo de gran tamaño en la nuca de la víctima y romperle lentamente las vértebras hasta ocasionarle la muerte. Facciolo murió sin pedir clemencia, como todo un héroe.

Aquel acto espantoso, expuesto públicamente en la explanada del Castillo de la Punta de La Habana el 28 de septiembre de 1852, apenas se menciona en la prensa castrista. Incluso ese día se celebran fiestas cederistas en los barrios, por mandato oficial. Facciolo no cabe en el voluminoso calendario de homenajes, mal dedicados a terroristas de los años cincuenta del siglo pasado.

Gracias a su valentía salvó la vida de los que escribían en dicho periódico contra el colonialismo español y prefirió morir antes de delatarlos.

El periodista Juan Bellido de Luna Guzmán, el más comprometido de todos, logró huir al exilio y radicarse en Boston. Autor del libro La anexión de Cuba a Estados Unidos, publicado en 1881, colaboró con el periódico Patria de José Martí en 1885 y en 1899 regresó a Cuba, donde murió al poco tiempo. Nunca olvidó a su gran amigo Facciolo, “de ojos verdes, semblante risueño, vestido con limpieza y modestia, su gran valentía”, como escribió en la carta que antes de morir escribió a su madre ―quien perdió la razón―, a la que dice su “amor por la patria, por la anexión y la libertad”.

Cuatro meses después de la ejecución de Facciolo nació José Martí, y en 1871 fueron fusilados los ocho estudiantes de Medicina.

Para Facciolo no hay homenajes, ni escuelas en su honor, ni monumento alguno en la Cuba de hoy. Sólo una vieja tarja en su casa paterna de Regla, colocada durante la República, cuando fue nombrado el primer mártir del periodismo cubano, y una Fundación que radica en New Jersey donde se divulga su historia y el desafío que representó aquel periódico para el dominio colonial.

Nos recuerda a Franqueza, otro periódico clandestino a favor de los derechos humanos, que se hacía a mano en la humilde casa de la familia González, en 1989, en las calles habaneras de Reina y Escobar. En su tercer número, la casa fue allanada por la policía política, madre, padre e hijo fueron a prisión y desaparecido el periódico por órdenes de Fidel y Raúl Castro.

Facciolo representa mucho para la prensa independiente, una prensa que continúa desafiando al imperio castrista con la misma verdad, honestidad y coraje de ese gran héroe cubano.

En Ecured, para confundir a las generaciones de hoy, se dice que fue un combatiente de las guerras independentistas. Falso. Faltaban más de diez años para que Carlos Manuel de Céspedes libertara a sus esclavos.

Facciolo fue un joven con ideas libertarias, que vio la anexión con el gran país del Norte como una solución ante los grandes males de Cuba: una corriente ideológica que, según investigadores históricos de gran renombre, nunca ha desaparecido totalmente del alma del cubano. “Una convergencia con Estados Unidos que venía de lo antiguo”, según Manuel Moreno Fraginals.

El pecado de Facciolo es muy grave para el castrismo. Representa un peligroso ejemplo para los jóvenes de hoy, que ven como futuro la salida del país hacia Estados Unidos. Ni siquiera han tenido en cuenta que nuestro Apóstol pensó lo mismo con México.

Es por eso que nuestro héroe reglano tiene que esperar por tiempos de libertad, porque “la tiranía es la misma en varias formas, aunque se vista alguna de ellas de nombres hermosos y de hechos grandes”, como dijo nuestro Martí.