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Funcionarios públicos contra la dictadura

Raúl Castro en una sesión de la Asamblea Nacional (Foto Reuters)

LA HABANA, Cuba. – Cada vez que el presidente Miguel Díaz-Canel se dirige a los miembros de su gobierno, a cualquier nivel, clama por una administración pública eficiente. Y es que él conoce –a la perfección- que la peor “contrarrevolución” a la que se enfrenta es la falta de gobernabilidad.

En nuestro país, las palabras ineficiencia, incompetencia, productividad, corrupción, robo, desvío de recursos, pérdida de combustible; son parte del lenguaje diario de los que nos dirigen, porque para ellos es como una “corte celestial” de problemas sin solución.

Se ha hecho hábito la mala atención al público, cuando usted deba resolver algún documento o trámite estatal, ya sabe que se tiene que llenar de paciencia, porque a las oficinas donde vaya, la cola le parecerá eterna. Tengo una amiga cuya madre murió y lleva dos años tratando de poner la casa a su nombre; cada vez que llega a hacer una gestión, le piden un papel más o le dilatan los trámites 2 o 3 meses, es algo que hace que la gente al final quede exhausta. Sin embargo, es de conocimiento público –y el régimen también lo sabe- que si usted deja caer en el bolsillo de cualquier dirigente o funcionario un billete de los que tienen valor (CUC), los trámites se le viabilizan, mientras más alta sea la nominación, más rápido caminará la cosa.

Pero se pueden repasar algunos casos con nombre y apellidos, por ejemplo: Alberto Maldonado Valdés es un jubilado de 57 años de edad que, en el 2014, producto de un accidente de tránsito, sufrió lesiones graves en una pierna. Él reside en la calle E No. 221 entre Onelio Hernández y Soto, en Ciego de Ávila.  Tiene una sentencia desde el 2017, en la que se declara debe recibir 6 500 CUP de la Caja de Resarcimiento de su provincia. Él va regularmente y pregunta, y siempre le dicen que no ha llegado nada de La Habana.

El cuadro responsable de la situación es Serapio Guerra, según Onelio está al frente de la Caja de Resarcimiento; aunque el Ministerio de Justicia, a pesar de existir una sentencia de un Tribunal Municipal, le dice que su caso está siendo evaluado. No tengo que referirme al sufrimiento que debe tener este hombre, al que han tratado como una pelota de ping-pong. Y eso que, llevado a moneda convertible, lo que se supone que reciba son solo 260 CUC, no le alcanzan ni para comprar un televisor y sentarse el resto de su desafortunada vida en la sala de su casa.

El siguiente ejemplo, le permitirá darse cuenta por qué hay tanta falta de producción por parte de los campesinos. En la cooperativa de créditos y servicios tabacalera Conrado Benítez, en el pinareño municipio de San Juan y Martínez, demoraron unos nueve meses para pagarles a sus socios. Mientras los campesinos tenían que estar roturando sus tierras y preparándose para la siembra de la campaña 2018-2019, no tenían dinero porque no les habían liquidado la campaña anterior.

El cuadro que dio la cara al respecto, quizás no fue el responsable, se nombra Antonio López García, del Grupo Empresarial de Tabaco, quien señaló que esta tardanza se debió a enormes dificultades en el control interno de la Cooperativa, lo que trajo como consecuencia que se tuviera que hacer una auditoría en la entidad y mientras tanto no se les pagó a los socios. La deuda ascendía a 5,4 millones de pesos cubanos.

Como estas historias, podríamos hacer muchas, tantas como para escribir un libro bien gordo; porque la organización que dirijo se dedica a monitorear los problemas de las comunidades. Pero para llegar al fondo de toda esta compleja situación económica y social, no es necesario traer más escenarios denigrantes a los que ya sufre el pueblo.

La política de cuadros puede calificarse de mala porque lo que interesa es la fidelidad al sistema, no las posibilidades de buen desempeño que pueda tener la persona. Ahora ha salido a relucir de nuevo la vieja cantaleta de la “inquietud revolucionaria” de los que dirigen, acompañada de la sensibilidad hacia los problemas de la población, que es precisamente lo que no se ve por ningún lugar.

Y es que los mecanismos que se han creado para mantener la sociedad bajo control son la primera traba que se presenta para gestionar cualquier actividad en la economía.

Ejemplos puede haber muchos y cualquiera que se ponga es bueno, desde comprar las papas que usted tiene asignadas por la libreta, lo que han concentrado en lugares lejanos para algunas personas, sobre todo de la tercera edad; hasta hacerse un pasaporte que cuesta la bicoca de 100 CUC, el salario de cuatro meses de cualquier trabajador promedio.

Por eso, cuando se le echa la culpa al imperialismo de los problemas, solo hay que observar lo que sucede dentro del propio gobierno para percatarse que la verdadera dificultad está dentro y que no hay nada que le pueda hacer más daño a la dictadura que el cáncer que ella misma creó en el seno de sus entidades.