MADRID, España.- El 28 de abril marca el aniversario del nacimiento de Mario Bauzá, saxofonista, compositor, director de orquesta y clarinetista cubano cuyo legado resonó en las vibraciones del jazz afrocubano. Su vida musical, marcada por la innovación y la fusión de culturas, lo posiciona como una figura destacable en la historia de la música.
Nacido en La Habana, Mario Bauzá comenzó su recorrido musical como clarinetista en la Orquesta Filarmónica de la ciudad. Sin embargo, un viaje a Nueva York en 1927 cambió el curso de su carrera para siempre. Allí, quedó cautivado por las imponentes big bands de la época, y tres años después, tomó la decisión de establecerse en los Estados Unidos, donde florecería su talento.
Instalado en el corazón de Harlem, Bauzá inició su carrera en las orquestas de destacados músicos como Cass Carr, Noble Sissle y Sam Wooding. Pero su colaboración con el cuarteto de Antonio Machín marcó un hito en su trayectoria. Fue el comienzo de una carrera que fusionaría las raíces afrocubanas con el jazz estadounidense.
En la década de 1940, Bauzá se unió a la prestigiosa orquesta de Francisco Raúl Gutiérrez Grillo, más conocido como Machito, quien también era su cuñado. Juntos formaron los Afro-Cubans, una agrupación que revolucionó la escena musical con su mezcla única de son montuno cubano y el ritmo vibrante del jazz swing.
El estilo innovador de los Afro-Cubans atrajo la atención de renombrados jazzistas como Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Flip Phillips y Cannonball Adderly, quienes colaboraron con la banda, llevando su música a nuevas alturas.
En 1947, el tema icónico de Bauzá, “Tanga”, fue lanzado en el álbum Bucabu, grabado por Machito y los Afro-Cubans, marcando un hito en la historia de la música. Este tema, junto con éxitos como “Mambo Inn”, grabado en colaboración con Grace Sampson y Bobby Woodlen, solidificó su posición como uno de los grandes innovadores del jazz afrocubano.
Durante sus 35 años con la orquesta de Machito, Bauzá dejó su huella al escribir alrededor de quinientos arreglos para la agrupación. Sus grabaciones de “Sopa de pichón” y “Tingo-talango” se convirtieron en éxitos dentro de la comunidad musical de Nueva York, consolidando su influencia en la escena.
Mario Bauzá continuó grabando discos de jazz hasta su fallecimiento el 11 de julio de 1993, a la edad de 82 años.
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