Susana Alcelay.- Más vale una imagen que mil palabras y, en este caso, más vale un dato que mil opiniones o declaraciones. En los últimos doce meses el mercado laboral ha generado 431.254 puestos de trabajo, 132.000 menos de los que se creaban el año pasado. De crecer más de un 3% la afiliación lo está haciendo al 2,28%, lo que refleja que de enero a noviembre el mercado de trabajo ha perdido fuerza y dinamismo.
Los datos de afiliación, el termómetro más fiable para medir los ocupados, que se miren como se miren, solo tienen una lectura: la economía española crea empleo al menor ritmo desde 2013, lo que también introduce más presión en el sistema público de pensiones, que se alimenta del empleo. Si a estos inquietantes resultados, le unimos que el paro aumenta al peor ritmo en un mes de noviembre en tres años, el escenario, al menos, no es el mejor.
Como tampoco lo es el que se dibuja para los que crean trabajo, que ya se temen una nueva subida de los impuestos al empleo y rigideces en el mercado laboral, que no van a ayudar a nutrir la afiliación. El tejido empresarial está presionando al presidente del Gobierno para que no entregue Trabajo a Podemos, porque sabe lo que se le viene encima: restar poder a las empresas en los convenios, prohibir contratos de menos de un mes, jornada de 34 horas semanales y mil euros de salario mínimo «inmediatamente». Vamos, un dardo el la línea de flotación, sobre todo, de pequeñas y medianas empresas y autónomos, que son, en definitiva, los que tiran del mercado laboral en España.
Señor Sánchez, tenga usted mucho cuidado con los experimentos laborales que ponga en marcha si gobierna en una próxima legislatura. Cualquier endurecimiento de la legislación o un nuevo aumento de los impuestos al empleo podría tener consecuencias dramáticas para el empleo. Ahí están ya los datos de las contrataciones indefinidas. En el último año las empresas han hecho cien mil menos, claro síntoma de la incertidumbre y de la pérdida de confianza de los empleadores.
