Pedro Sánchez ha cumplido tres meses en la Presidencia. Uno de sus principales compromisos tras arribar a La Moncloa fue abrir un tiempo de diálogo con los secesionistas catalanes, sus socios en la mayoría parlamentaria, a diferencia, según su relato, de la política de Mariano Rajoy. Su entrevista con Torra en Madrid, la bilateralidad Estado-administración catalana, el acercamiento de los políticos presos, el discurso empático con el independentismo… esa mano tendida, esos brazos cruzados, ese perfil bajo se han encontrado con un Torra y un Puigdemont envalentonados, amenazantes y chulescos con el punto de mira dirigido a ese otoño que nos anuncian caliente en la calle. ¿Estamos mejor o peor con la llegada de Sánchez al poder?
Los españoles tienen pocas dudas y la encuesta lo refleja. El 65,7% de los ciudadanos cree que la crisis catalana ha empeorado en estos tres meses. Sólo el 25,5% ve el presente con optimismo. En esa línea, seis de cada diez sondeados (61,6%) piensan que el peligro de un enfrentamiento físico en aquel territorio es mayor con los socialistas en el Ejecutivo, mientras que el 32,3% creen lo contrario, una incidencia que en el caso de los más jóvenes (18/34 años), se dispara al 50% y es la opción mayoritaria. La presencia activa y determinante del Estado en Cataluña es un elemento clave en la crisis. Para el 49,1%, sigue ausente de la comunidad. El 34,8% discrepa.
El 63% asegura que el hecho de que los diputados separatistas sean aliados parlamentarios del PSOE es un problema. El estado de opinión es concluyente, abrumador. El presidente puede desoírlo, como ha hecho hasta ahora. Puede que una de sus beatíficas rectificaciones esté al caer. Más por obligación –forzado– que por devoción.
