Una protesta contra Vladimir Putin en Amsterdam en el 2013
El pasado julio se aprobaron varias enmiendas homofóbicas y transfóbicas tras pasar un referéndum nacional, el cual obtuvo un 77% de apoyo de los votantes. Por ello, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, promulga formalmente esta serie de medidas que prohíben el matrimonio igualitario y las adopciones transgénero, y centran «la fe en Dios» como un valor central del país.
Además, estas nuevas reglas permiten que el mismo presidente pueda cumplir dos mandatos adicionales de seis años en el cargo.
Estas enmiendas anti-LGTB+ fueron muy populares entre la población rusa socialmente conservadora. Los temas religiosos juegan un papel importante en la sociedad de la nación y, a menudo, generan sentimientos en contra del colectivo.
Para ello, el Gobierno llevó a cabo una campaña de apoyo a las medidas constitucionales y resultó bastante ofensiva.
Uno de los anuncios televisivos más poco respetuosos presentaba a una pareja gay que adoptaba a un niño y este le preguntaba por su «nueva mamá», a lo que el padre señala al coche y aparece un segundo hombre con maquillaje y ropa que debe parece femenina. El anuncio acababa preguntando a los espectadores si «esta es la Rusia que eligen».
Anuncio a favor de las enmiendas de Putin
Desde entonces, la vida de la comunidad LGTB+ ha empeorado notablemente, ya que Putin cumplió con la represión prometida a través de una serie de movimientos que han silenciado poco a poco a la oposición. Recientemente, un funcionario policial ruso detuvo a dos hombres homosexuales que habían escapado de la tortura y los abusos en la República de Chechenia y luego los devolvió a sus presuntos abusadores.
Derechos cada vez más limitados
No es de extrañar que estas enmiendas se hayan aprobado, ya que desde el inicio de su mandato, Putin ha descartado siempre el matrimonio gay en el país: «Ya he hablado públicamente sobre ello y lo repetiré una vez más: mientras yo sea presidente, esto no va a ocurrir. Seguirá habiendo ‘papá’ y ‘mamá’«, manifestaba en febrero de 2020 el presidente ruso.
Durante ese tiempo, el ruso anunciaba una serie de cambios radicales que pretende acometer en la Carta Magna rusa y que se creen diseñados para poder extender su control sobre el poder tras su salida del Kremlin, la cual estaba prevista para 2024. En el marco de los debates, se presentaron algunas propuestas, entre ellas una para redefinir el concepto de matrimonio en el país.
También en 2019, varias cárceles de Moscú decidieron suspender las clases de yoga en prisión porque, según consideraban las autoridades competentes, podrían estar creando homosexuales. Desde hace años se viene hablando, asimismo, de la existencia de campos de concentración para homosexuales en Chechenia, después de que varios periodistas de un diario ruso acreditaran su existencia. El Gobierno de la región defendió asegurando que era algo imposible porque «en Chechenia no hay gays».
