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Insensibles al olor de pescado fermentado

El tradicional surströmming (en español, «perscado fermentado») hace la boca agua a muchos suecos. En cambio, otras personas preferirían huir ante el abrumador olor que desprende este alimento. De hecho, el pescado fermentado se considera un manjar en los países nórdicos, y una mutación genética puede haber contribuido a ello. Así lo sugiere un estudio publicado en Current Biology.

El equipo dirigido por Kári Stefansson, de la Universidad de Islandia, ha identificado un gen llamado TAAR5, el cual influye en la forma en que percibimos ciertos olores: principalmente, aquellos que contienen trimetilamina, una sustancia maloliente que se produce con la fermentación del pescado. Para su estudio, pidieron a más de 9100 islandeses que olfatearan diferentes olores y que, a continuación, los evaluaran. Entre ellos se hallaban muestras de pescado, regaliz, canela, limón, menta y plátano. Además, los científicos secuenciaron el genoma de los participantes y correlacionaron las reacciones olfativas con las secuencias de los genes olfativos.

Selección genética local

Identificaron tres genes, cuyas variaciones determinaban la forma en que las personas percibían los olores. La investigación de una muestra más pequeña reveló que dos de esos genes propiciaban una mayor sensibilidad olfativa y que TAAR5 desempeñaba un papel relevante en los olores del pescado. Según la variación genética que presentaba, el individuo no olía el pescado fermentado o describía su olor como neutro o incluso positivo.

Esta variante resulta relativamente común entre los islandeses. Así, una comparación internacional de datos genéticos refleja que en Islandia el 2,2 por ciento de la población es portadora de la mutación que elimina la percepción del olor a pescado fermentado, porcentaje que en Europa del Sur se reduce a un 0,8 por ciento y en África incluso a un 0,2 por ciento. «Parece que se trata de una especie de selección local. Al fin y al cabo, en Islandia vivimos principalmente de peces desde hace cientos de años», señala Stefansson.

Daniel Lingenhöhl

Referencia: «Sequence variants in TAAR5 and other loci affect human odor perception and naming». Rosa G. Gisladottir et al., publicado en línea en Current Biology el 8 de octubre de 2020.