Jorge Ibargüengoitia encontró la muerte en Madrid, un 27 de noviembre de 1983, en un trágico accidente aéreo a bordo del Boeing 747. Sin embargo, dejó una nutrida literatura cargada de ironía y un sarcasmo fino y salvaje, relatando los entretelones de la tragicomedia política mexicana.
El escritor mexicano nació en Guanajuato el 22 de enero de 1928. Dramaturgo, narrador, periodista y ensayista, el autor de Los relámpagos de agosto estudió Arte Dramático y Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. También estudió Teatro en Nueva York, becado por la Fundación Rockefeller.
Ibargüengoitia es recordado por un estilo cómico y crítico hacia el poder político mexicano, en particular hacia el PRI. Alguno de sus libros más reconocidos son: La ley de Herodes, Los Pasos de López, Las muertas, Estas ruinas que ves, Los relámpagos de agosto y Dos crímenes.
El autor también incursionó en el periodismo con colaboraciones constantes para Excélsior, Revista Universidad de México, Revista Mexicana de Literatura y Siempre!, entre otras.
La suma de su trabajo lo sitúa hoy como uno de los autores imprescindibles para entender la literatura mexicana y latinoamericana actual. Su narrativa está lleno de una carga de humor emocional como se puede leer en las siguientes frases:
- “Más vale ser mal recuerdo que pasar al olvido” .
- “Quien creyó que todo lo que dije fue en serio, es un cándido, y quien creyó que todo fue broma, es un imbécil”.
- “El mexicano nace, crece y se desarrolla en un ambiente de desconfianza hacia la policía”.
- “La verdad es que mientras más enojado estoy con este país y más lejos viajo, más mexicano me siento”.
- “Por supuesto que la paz es el respeto al derecho ajeno, en eso todos estamos de acuerdo. En lo que nadie está de acuerdo es en cuál es el derecho ajeno”.
- «Lo triste o lo alegre de una historia no depende de los hechos ocurridos, sino de la actitud que tenga el que los está registrando».
- «Los que se levantan temprano a fuerzas constituyen un grupo social de descontentos, en donde se gestarían revoluciones si sus miembros no tuvieran la tendencia a quedarse dormidos con cualquier pretexto y en cualquier postura».
- «La única regla general es que los pueblos conquistados son pueblos divididos, absortos en rivalidades internas e incapaces de presentar un frente común».
- «¿No opina usted de que el uso de guardaespaldas es indicio de que hay algo podrido en el gobierno?».
- “Si no voy a cambiar al mundo, cuando menos quiero demostrar que no todo aquí es drama”.
