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Islandia es un continente

En la Euro fue una bella sonrisa, un aire fresco para la pelota. Su tribuna cautivó al mundo, hacía mucho que un país no se desbordaba con tanto ahínco con una selección nacional. Veinte por ciento de su población total estaba de viaje impulsando a un once desparpajado y sin abolengo. Islandia lleva en el nombre una legendaria tradición literaria. Y, hoy en Rusia, ha comenzado un nuevo relato sobre el pasto.

Logró su primer pase a la fase final de Campeonato Mundial con sobrados atributos. El destino, esa daga, pareció escrito por Jorge Luis Borges: para el debut el calendario le impuso a un sentimiento, la Argentina. La albiceleste, dos veces campeona y siempre favorita, lleva en el once al más grande futbolista del mundo, Messi. Dijo Guardiola en la Champions Legue que el que tiene a Lionel siempre es favorito. Se aplicaba la sentencia al FC Barcelona. Y en Rusia, a la Argentina, finalista hace cuatro años ante Alemania.

Parecía día de campo para el tango. Un trámite. Despachar los 90 minutos y pasar a lo siguiente. Tres puntos cantados. Pero, bien lo ha escrito Borges empedernido hincha de las letras del Norte, ante Islandia la albiceleste necesitaba más que realidad para solventar la fecha. En Escandinavia, hoy se sabe, habitan los héroes, los fantasmas y las hadas. Vuelta loca, la tribuna europea se volcó ante un once sin complejos. El paisito tiene 350 mil habitantes, una porción de Buenos Aires. No hay Messis en tan poca gente. Pero el futbol, hasta ahora, es una suma de corazones. Los islandeses no miraron al diez como imposible. En el tú a tú, sin miramientos, Islandia hizo el partido y bailó el tango. Messi falló el penal de la historia. Y los goles de Agüero y Finnbogason dieron sentido al marcador: el mejor del mundo nunca podrá con los no tan mejores del mundo. Volviendo a Octavio Paz: Islandia es esa fuerza en el que tú y yo somos nosotros.

Festejo y aplauso a un cuadro que es un colegio del espíritu y la facha entera de una nación.