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Así es «el ojo de la Tierra», el espectacular (y profundo) manantial de agua turquesa que esconde Croacia

A los pies de una iglesia ortodoxa, en un pequeño pueblo situado en el condado de Sibenik-Knin, en Croacia, se esconde el que quizás sea uno de los parajes más fascinantes de todo el entorno del mar Adriático. Al menos es lo suficientemente espectacular como para haberse ganado un apodo de calibre, “el ojo de la Tierra” y atraer cada año a un buen puñado de turistas que, sin importarles los kilómetros de carreteras comarcales que tienen que atravesar, llegan a la zona para disfrutar del paisaje y sacar un buen «book» de fotos que luego comparten en Instagram.


El esfuerzo, desde luego, vale la pena.

El “ojo de la Tierra” es un impresionante manantial que, por su forma ovalada e incluso por su color, que se mueve en una rica tonalidad de azules en función de las nubes y el calado, parece un ojo, el globo ocular de un auténtico dragón. Eso sí, con un brillo digno de Paul Newman.

Una joya natural que triunfa en Instagram

Su origen se encuentra en el monte Dinara, a varios kilómetros de distancia. Con el tiempo el agua ha ido abriéndose paso a sus pies, horadando cavernas y ríos subterráneos que acabaron aflorando en varias surgencias como «el ojo de la Tierra», una de las fuentes a su vez del río Cetina.

Para intentar conocer su profundidad a lo largo de los años algunos buzos han llegado a sumergirse a 115 metros. En un artículo publicado el año pasado por el Instituto Seti —que el 10 de septiembre colgó una foto del manantial como “imagen del día”— se habla incluso de casi 150 metros de calado. Nada que ver con su tamaño en superficie: de extremo a extremo mide poco más de 33 m.

Quienes están dispuestos a olvidarse del abismo que se abre bajo sus pies y se zambullen en el manantial se encuentran sin embargo con una temperatura no apta para todos los públicos que puede situarse en los 8 grados. El «ojo» es además una de las fuentes del río Cetina, que nace en Milasevo y fluye a lo largo de 105 kilómetros hasta desembocar en el Adriático, en el antiguo puerto pirata de Omiš. Antes atraviesa, entre otros puntos, parte de Sinj y el lago artificial Peruča. Además de atraer visitantes y proporcionar agua, el río se aprovecha para la energía hidroeléctrica. En línea recta dista, aproximadamente, unos cincuenta kilómetros de la costa de Croacia.

Aunque el nombre que ha hecho fortuna en todo el mundo es el de «el ojo de la Tierra», la gruta se conoce también como Veliko vrilo o Glavas. Junto a Vukovića vrilo y Batića vrilo es una de las grandes fuentes del río Cetina. Por su gran valor natural están protegidas como monumento hidrológico desde 1972. En total, los manantiales cubren cubren casi 30 hectáreas.

El “ojo de la Tierra” no es el único atractivo de la zona. A solo unos metros del manantial se levanta la Iglesia de la Ascensión del Señor, un templo ortodoxo del siglo pasado y a no mucha distancia pueden apreciarse los restos de otro anterior, del XIV. Relativamente cerca se encuentra también las ciudad de Vrlika o, ya de mayor tamaño, Sinj, Knin y Drnis, a unos 35 kilómetros.

El manantial croata no es sin embargo el único que —con un poco de imaginación, eso sí— parece emular un ojo. En el monte Hachimantai, en Japón, destaca por ejemplo el Kagami Numa, más conocido como “Lago del ojo de dragón”. La razón: el impresionante aspecto que adopta cada año durante un breve período, en primavera. Cuando se deshielan las montañas la nieve se acumula en el centro de Kagami Numa, rodeada de un anillo de agua cristalina, y recuerda a una pupila gigante.

Otro paraje fascinante que algunos han comparado con un ojo es el lago de Kerid, en Islandia, de 55 metros de profundidad, un profundo azul esmeralda e incluido en la ruta turística “el círculo dorado. Su aspecto es espectacular, lo que no quita que hace años circulase una imagen falsa, retocada, que acentuaba su parecido a un ojo humano con la pupila dilatada.

Imagen de portada | Mladen Bozickovic (Wikimedia)