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Netflix ha encontrado en ‘La casa de papel: Corea’ algo que necesitaba urgentemente: una franquicia

‘La Casa de Papel: Corea’ se ha convertido en el nuevo éxito (no demasiado sorprendente, por otra parte) de Netflix. Aunque todavía es pronto para ver cómo se posiciona en el Top Global de la última semana (ya que se estrenó hace solo unos días, y donde por cierto, aún aparece en las listas ‘El juego del calamar‘), en España ya aparece en el Top 10 de lo más visto en materia de series. La jugada, que aparentemente pecaba de obvia y oportunista, le está funcionando a la plataforma.

El éxito original. ‘La casa de papel’ en versión española es uno de los éxitos más significativos de Netflix, pese a la accidentada trayectoria de la misma. Fue creada por Álex Pina para Atresmedia, que la estrenó en Antena 3 en 2017, que estrenó en 15 capítulos divididos en dos partes, y con un éxito de espectadores que la cadena consideró insuficiente para prolongar una serie tan cara: tras un arranque potente con 4 millones de espectadores (arrastrando los de la semifinal de la Champions League), perdió un millón en su segundo episodio, y acabó bajando hasta menos de dos millones.

Netflix adquirió los derechos y remontó los episodios, convirtiendo ese mismo año los nueve originales de 70 minutos cada uno en 13 episodios de duración más estándar. Unos meses después, en abril de 2018 estrenó la segunda parte. El resultado fue espectacular: la primera parte había sido la serie de habla no inglesa más vista de la historia de la plataforma. El resto es historia: renovación por una tercera parte, que llegó en 2019, ya exclusiva de Netflix, y la historia sigue hasta diciembre de 2021, cuando se estrenó la quinta y última parte.

El efecto de la fama. La serie, tras su conclusión, cedió su puesto de serie de habla no inglesa más vista de la historia de la plataforma a ‘El juego del calamar’ (que también es la más vista en general, más allá de idiomas), pero ‘La casa de papel’ permanece segunda en el top de habla no inglesa. Es decir, estamos ante dos de los productos más vistos de la historia de la plataforma. Es normal que acabaran encontrándose de algún modo.

Entre los efectos del éxito de ‘La casa de papel’ está un spin-off sobre Berlín, interpretado por Pedro Alonso, que llegará en 2023. Pero antes, Netflix ha estrenado la primera de las versiones internacionales que tiene planeadas basadas en la creación de Álex Pina. Y por supuesto, la primera de ellas está ambientada en Corea, lo que nos dice bastante acerca del estado creativo de las ficciones internacionales. Primero, hacer franquicias. Segundo, no mirar ya exclusivamente a Estados Unidos, sino a zonas como Corea o India.

Es decir, una de las principales bazas comerciales de Netflix (y una que también, con toda seguridad, la plataforma intentará prolongar todo lo que sea posible una vez llegue su inevitable conclusión)​ puede que sea ‘Stranger Things’, una serie norteamericana al doscientos por cien, con estética, idioma y referencias netamente anglosajonas (es decir, globales). Pero en cuestión de cifras, una serie española y una coreana la superan. Por eso han encontrado un matemático punto en común en esta nueva ‘La casa de papel: Corea’.

El planteamiento de ‘La casa de papel: Corea’: Buscando la diferenciación con el original español, la versión coreana de la serie se adentra en un punto de partida propio de una ucronía de ciencia ficción: Corea del Sur y Corea del Norte abren sus fronteras y se unen en un solo país. El gobierno y la moneda, se unifican, lo que beneficia tremendamente a los ricos y los poderosos. A partir de aquí, arranca un nuevo atraco perfecto, capitaneado también por un enigmático nuevo Profesor.

Esta versión coreana toma una decisión que la aleja de la española: no permanece siempre al lado de los atracadores, favoreciendo una visión más diversa y perdiendo de camino algo del ambiente claustrofóbico de la original. El resultado es una serie con una carga de crítica social levemente más acentuada que la española, al estilo alegórico habitual en el cine coreano, y también con un tono menos ingenuo que la blanca revolución a lo Robin Hood que proponía la versión patria.

El resultado no necesariamente satisfacerá a los fans de la original, ya que básicamente está contando la misma historia de nuevo, con personajes tan peculiares como el de Arturito en versión coreana, lo que refuerza la impresión de que estamos ante un clon sin muchas novedades. Pero la cuestión es si la propuesta tiene suficientefuerza comercial, y en eso no hay ninguna duda: con la fama de ‘El juego del calamar’ y el resto de las series coreanas de éxito en Netflix y ‘La casa de papel’ original apuntalándola, no podía ser de otro modo.