Inicio Actualidad Carta de Carmen González Uceda, médico de familia: «Los datos parecen indicar...

Carta de Carmen González Uceda, médico de familia: «Los datos parecen indicar que la vacuna no trae cuenta si vamos a morir antes y más» (II)

Carmen González Uceda (Foto: Diario Sur)

Carmen González Uceda*.- INMUNIDAD: Nuestro sistema inmunitario es el conjunto de elementos y procesos biológicos realizados en nuestro interior que nos permiten mantener el equilibrio interno frente a las agresiones externas, ya sean de naturaleza biológica (bacterias, virus patógenos) o físico-químicas (el exceso de Cromo en el cuero), e internas (las células cancerosas). Reconoce lo que puede dañarnos, reacciona frente a ello y, o lo neutraliza (lo “bloquea” para que no pueda hacernos el efecto dañino), o lo elimina. Esto lo hacemos fundamentalmente produciendo unas sustancias llamadas Anticuerpos (inmunidad humoral) y/o con células del sistema inmunitario (activación de linfocitos).

Los Anticuerpos (Ac) son moléculas que reconocen y se unen a un solo tipo de sustancia extraña (llamada Antígeno Ag), y sólo a esa. Es como el encaje de una llave en su cerradura o un ensamblaje perfecto y único. Por tanto, hay tantos posibles Ac como posibles sustancias extrañas.

En las “vacunas covid” el Ag es la proteína S de la superficie externa del covid, y se genera sólo un tipo de Ac.

Cuando nos entra el virus completo de forma natural se genera inmunidad por varios tipos de Ac, tantos como sustancias extrañas reconocemos en el virus, y por nuestras células inmunitarias. Toda la batería posible.

Indudablemente es la mejor si no enfermamos de gravedad, y aun así siempre que no nos produzca la muerte o secuelas importantes. La inmunidad natural deja memoria duradera en nuestro organismo para veces sucesivas.

Y tú te preguntarás: ¿por qué no dejaron que todos pasáramos la enfermedad de forma natural? El primer contacto con el virus suele ser el peor. Dejar muy expuestas a las personas con más riesgo de enfermar de gravedad podría haber tenido consecuencias mucho peores de las que ya hubo en la primera oleada, que, obviamente, fue en la que el covid se cobró más víctimas. Las cargas virales al inicio fueron enormes (la cantidad de virus que le da tiempo a crecer en nuestro interior antes de que nuestro sistema inmunitario le ponga freno) y de una variante que ya sabemos que era más virulenta. Mientras más enemigos te entran y más agresivos, más fácil es que te ganen la guerra. Se recomendaron medidas para disminuir el trasiego descontrolado del virus. Con el tiempo sabemos que unas fueron más acertadas que otras. Afortunadamente, hemos aprendido mucho desde entonces.

Se empezó a investigar por todo el mundo científico para saber cómo se comporta este virus, encontrar cuanto antes una medicina eficaz que ayudara a nuestro sistema inmunitario a defenderse, o una vacuna que nos anticipe esa memoria que necesitamos para reaccionar más rápido cuando nos entra el covid. Esto está siendo un ejemplo inequívoco de cómo el esfuerzo y la colaboración del ser humano nos ayuda a sobrevivir. Indudablemente hay que seguir cuidando y potenciando al máximo estas conductas.

LAS VACUNAS y EL COVID

Teníamos hasta 5 vacunas aprobadas en Europa, como ya hemos visto, ahora sólo quedan 3.

Atribuirles a estas la bondad y características de las vacunas de siempre puede inducirnos a tratarlas con una condescendencia científica que no nos interesa. Por otra parte, nuestras expectativas con ellas no se han cumplido y la información circulante es muy contradictoria.

La hipótesis actual es que la parte dañina del virus del covid es la proteína S y precisamente es esa parte la que incluyen en las vacunas actuales, la que nos inoculan vehiculizada en un transmisor o nos meten la información genética necesaria para que la produzcamos nosotros.

Los daños que produce el Covid son múltiples: produce inmunodeficiencia porque daña ADN encargado de activar la inmunidad adquirida y le impide repararse, altera las respuestas inmunitarias innatas frente a virus, bacterias y algunos hongos mientras aumenta la respuesta de citoquinas frente a los hongos (reprograma la respuesta inmunitaria innata), degrada las proteínas de la unión endotelial en la pared arterial provocando daño vascular, altera las mitocondrias aumentando el estrés oxidativo responsable en parte de el aceleramiento del envejecimiento, la inflamación y el daño endotelial crónico (lo cual pudiera ser responsable de los daños vasculares y pulmonares que aparecen tras la recuperación de la infección aguda, y los microvaculares) e inflama las células del corazón.

Si el mecanismo que nos causa daño es ese, podemos presuponer que los efectos adversos de todas las vacunas son los mismos que produce el covid, mayores cuanto más potentes son. Puedes ver el registro oficial de datos de la Organización Mundial de la Salud en http://vigiaccess.org, introduce en el buscador: COVID-19 vaccine.

Esta es mi versión muy simplificada de los datos que he encontrado en medios científicos y oficiales:

LO BUENO:

Parecen disminuir la gravedad de la enfermedad, el riesgo de hospitalización y muerte por covid (repito, sólo por covid) en vacunados en los grupos de riesgo: mayores de 60-65 años y personas debilitadas por otros procesos graves.

Esta afirmación corresponde a la pauta de vacunación inicial (2 dosis salvo la de Janssen) aunque los estudios de eficacia están hechos midiendo Ac y a corto plazo.

No hay datos independientes sobre el efecto de una sola dosis, y menos sobre que una tercera dosis cause este efecto protector. Sí que una tercera y una cuarta aumentan los niveles de Ac, que no es lo mismo que ser eficaz en términos de salud. Ya sabes que tener Ac un tiempo corto no es equivalente a una inmunidad buena y duradera.

Este aspecto, el de la no demostrada eficacia de la tercera dosis está reflejado en la propia información web de la Agencia Española del Medicamento (AEMPS): “Aunque no hay evidencia científica de que la capacidad de producir estos anticuerpos proteja más eficazmente frente a la COVID-19, se espera que la tercera dosis aumente su protección, al menos, en algunos casos”

LO MALO:

1. No disminuyen el riesgo de contagio en los vacunados en el grado en que se esperaba, puede que ni lo disminuyan (33) o que lo aumenten.

2. Parece que estar vacunado aumenta el riesgo de contagiar a otros porque puedes pasarlo de forma más leve o asintomática y además muchos piensan que lo que tienen no es covid.

Por otra parte, protocolos permiten no hacer cuarentenas a los vacunados y Así, la persona vacunada limita poco tus actividades y relaciones sociales y no es consciente que puede tener covid y no está atento para no contagiar a los demás. A todo esto hay que añadir que todos estamos hartos de tantas cuarentenas por ser contacto estrecho estando sanos, es antinatural aislarse y, por tanto, es normal minimizar los síntomas para evitar otro encierro.

3. Hay numerosos pacientes que empiezan con síntomas de infección aguda, confirmada o no, inmediatamente tras la inoculación de la vacuna. Ellos afirman que la causa es la vacuna covid, o la de la gripe o la del neumococo (a veces coinciden en el tiempo). Cuando he indagado en los antecedentes en algunos no parece haber otro origen posible de los síntomas, en otros sí.

Es algo que merecería la pena analizar con detenimiento para valorar y comprobar todas las posibles causas, desde que las vacunas covid producen un cuadro covid-like, hasta que otras vacunas potencian las alteraciones inmunitarias provocadas por vacunas previas del covid o por el propio covid, e incluso cabría la posibilidad de que hubiera lotes de vacunas infectados. En ciencia no hay que descartar nada sin comprobar todas las posibilidades.

A favor de la opción de un cuadro “covid-like” estarían el mecanismo de acción de las vacunas (proteína S) y los numerosísimos efectos secundarios a corto plazo (y también a medio y largo) compatibles que aparecen a las pocas horas de la inyección, y que podrían estar enmascarados por los excipientes (la vacuna de moderna, por ejemplo, contiene trometamina ketorolaco, un potente antipirético analgésico que en nuestro país está limitado su uso a dolor intenso en el ámbito hospitalario por sus efectos secundarios graves) Es una situación que causa mucho rechazo hacia la vacunación en quienes lo sufren y en su entorno cercano. Es un hecho que percibo repetidamente en relación con la vacuna de la gripe, ya años antes de esta pandemia.

Vacunar no disminuye el número de casos, al contrario, puede que lo aumente.

4. Parece aumentar la mortalidad y enfermedad grave por covid en vacunados pertenecientes a los grupos sin riesgo de desarrollar enfermedad grave: menores de 60 años y sanos.

No te he contado que muchos de los efectos adversos los estamos viendo en pacientes que han pasado el covid y luego se han vacunado, y que me he dado cuenta que en estudios de eficacia de las vacunas no incluyen medir los efectos adversos y a las personas que antes han pasado covid. En estudios sobre los efectos adversos el seguimiento no se especifica o parece durar menos de un mes. Sería fácil incluir esta variable y prolongar el estudio 2-3 meses, así serían mucho más potentes, útiles y fidedignos.

El estudio que aparece en la Agencia Europea del Medicamento con el que aprueban que se pueda vacunar a los que han pasado la enfermedad recopila los datos de sólo 545 pacientes.

Por otra parte, las vacunas parecen producir más enfermedad grave y muerte en jóvenes y niños que la que causa la infección por covid.

Ya hay datos oficiales en Inglaterra y hay países que han suspendido la vacunación en niños nada más empezarla por muertes relacionadas con la vacuna (Vietnam). Las muertes en jóvenes deportistas están disparadas, en pilotos de avión han aumentado un 1700% en 2021 respecto a 2020.

Hay una petición a la Ministra de Sanidad española de hace unos meses firmada por numerosos médicos que solicitan que no se vacune a los niños perfectamente argumentada con criterios científicos.

Después de esto se han publicado numerosos casos y estudios sobre efectos postvacunales graves. Están incluidos en los informes que han aportado las farmacéuticas. Ya han reconocido la Miocarditis, la trombocitopenia inmune, y recordad las trombosis de la vacuna de Astra Zéneca en cuanto empezaron a vacunar a los menores de 60 años (EMA).

Nuestros niños son nuestro tesoro y hay muchas razones en contra de vacunarlos.

Recuerda que la muerte no tiene vuelta atrás, o que la miocarditis deja secuelas permanentes en el corazón que es nuestro motor de vida.

Desde que vacunamos ha aumentado la mortalidad y la enfermedad grave por otras causas de enfermedad, incluyendo el covid y sin incluirlo. En los jóvenes también.

En las oleadas de covid ha aumentado la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cánceres, las dos principales causas de muerte muy por encima del covid. En los meses justo tras iniciar la vacunación, sin estar en oleada pandémica de covid, aumentó la mortalidad aún más.

¿Que cómo sé esto último? Porque está reflejado en los datos oficiales publicados por el Instituto Nacional de Estadística en nuestro país y en otros. Concretamente en Inglaterra los datos de mortalidad están desglosados entre vacunados y no vacunados, y con ellos han valorado suspender la vacunación en jóvenes y niños. En los publicados en España ese dato tan importante se está omitiendo.

Mi conclusión, y la de muchos, es que los datos parecen indicar que la vacuna no trae cuenta si vamos a morir antes y más.

CONTINUARÁ

*Carmen González Ucedaa es médico de familia en Málaga

PINCHE AQUÍ PARA LEER LA PRIMERA PARTE DE LA CARTA DE LA DOCTORA CARMEN GONZÁLEZ UCEDA

Comparte este artículo