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De un sacerdote a la Guardia Civil en el día del Pilar

La Guardia Civil honra a su patrona

Un sacerdote.- Queridos Guardias Civiles:  Cercano el día de vuestra Patrona, deseo felicitaros por adelantado, con cercanía entrañable. En estas palabras quiero expresar mi felicitación también por la Fiesta Nacional, sin complejos ni interpretaciones políticas torticeras. Comparto con vosotros un sentimiento de satisfacción, de legítimo orgullo por ser español y por tener cerca como defensores del orden y la ley al cuerpo de la Guardia Civil.

Deseo mostraros un año mi más profundo agradecimiento por cuanto hacéis en bien de los ciudadanos de España, que os quieren y respetan mayoritariamente. Sentíos orgullosos de pertenecer a la benemérita, un cuerpo militar que ha conservado una serie de virtudes, una serie de cualidades, que hoy forman parte íntima de vuestra alma y de vuestro espíritu.

Hablar de vosotros es hablar de entrega, de dedicación, de fuerza, de sacrificio, de austeridad, de vocación de servicio.

La Cartilla de la Guardia Civil, como sabéis, dice que cuando un guardia civil tuviese ocasión de prestar un buen servicio, no debe esperar de aquel al que favorezca nada más que un simple recuerdo de gratitud.
Esto deseo trasmitiros a cada uno, una manifestación de sincera y profunda gratitud.

La Constitución os encomienda una hermosísima labor proteger el libre ejercicio de los derechos, libertades y garantías de cada ciudadano. Tenéis la obligación y el deber de defender los derechos primarios y fundamentales del ciudadano. El primer derecho es el derecho a la Vida. En este sentido es sabido que a lo largo de vuestra historia habéis cumplido con esa encomienda aun a riesgo de perder la vuestra.

Defendéis la vida cuando lucháis contra el delito que pone en peligro la dignidad y la vida de cualquier ciudadano, cuando lucháis contra el narcotráfico o cuando estáis en las carreteras para intentar reducir el número de accidentes. Estáis defendiendo la vida cuando perseguís a quienes atentan contra el medio ambiente o cuando acudís en auxilio de cualquier catástrofe.

Habéis de estar profundamente orgullosos de vuestro servicio, profundamente orgullosos de haber sido fieles a vuestras tareas y obligaciones cotidianas y diarias.

Deseo finalizar mi felicitación primero con un emocionado recuerdo de vuestros compañeros guardias civiles que por defender la vida de otros perdieron la suya.

En segundo lugar, permitid que recuerde de manera agradecida a vuestras familias. Vuestras esposas, padres, madre, hijos, hermanos… Todos ellos comparten muchas de vuestras inquietudes y sacrificios. Ellos os dan a diario el apoyo que necesitáis para cumplir con vuestro deber.

Queridos Guardias Civiles: seguid siendo fieles a vuestro deber, serenos en el peligro. Desarrollad vuestra labor con dignidad, prudencia y firmeza. Sed siempre prudentes sin debilidad, firmes sin violencias y enraizados en la sociedad, sin perder nunca vuestra honorabilidad.

Recibid mi respeto, colaboración y estima: Antonio Ramos Ayala, Sacerdote.

¡Viva la Virgen del Pilar! ¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva La Guardia Civil!