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Un polémico gol de Mbappé validado por el VAR deja a España sin la Liga de Naciones

Gol de Mbappé ante España

España tuteó a la campeona del mundo y durante buena parte del partido mereció ganar por su mejor juego y mayor ambición, pero fue víctima, como Bélgica tres días antes, de una pareja prodigiosa que se basta para tumbar al peso pesado más reputado. Aferrada a Benzema y Mbappé, dos atacantes que han establecido una sociedad perfecta, Francia se coronó en la segunda edición de la Liga de Naciones y dejó con la miel en los labios a una Roja encomiable.

El combinado español dio un repaso en toda regla a Italia en semifinales y peleó con bravura en la final ante un equipo que intimida con la sola mención de sus componentes. Caer, cuando se hace con tanta dignidad, no es ningún descrédito. Los pupilos de Luis Enrique se van de Italia sin el trofeo que tanto ambicionaban, pero han madurado en el proceso y eso ya es un premio considerable. Derrotas así forjan el carácter. Y esta España tiene mucha raza.

Luis Enrique remarcó en la previa que no alteraría su patrón de juego. No iba de farol, pero sí aplicó un par de variantes con miga al alistar a Rodri en detrimento de Koke y a Eric García por Pau Torres, señalado por el error que costó el único gol de la Azzurra. Dos teclas tocó también Didier Deschamps sobre el duelo con Bélgica, una de ellas obligada por la baja de Rabiot, que dio espacio a Tchouaméni en la medular, y otra voluntaria, al decantarse por Kimpembe como central zurdo en lugar de Lucas Hernández.

Pero por encima de nombres, en San Siro existía una confrontación de estilos. El toque y la posesión de España contra la electricidad y la pegada de Francia. La campeona del mundo salió con una presión muy alta y a La Roja le costó tomarle el pulso al pleito. No renunciaba a salir tocando bajo ningún concepto, pese al riesgo que ello conllevaba. Una pérdida de Rodri en la medular tras una larga cadena de pases precipitó una ocasión pintiparada de Francia. Filtró Pogba para Benzema, que retó a Unai Simón en una acción en la que el guardameta al Athletic respondió de forma soberbia al cerrarle todos los espacios al lionés en una acción de las que rara vez perdona.

Pero la fluidez de España con la pelota atemperó pronto el empuje de Francia, que retrasó el bloque e interiorizó que le tocaba faena.

La batuta correspondía a La Roja, ágil en la circulación aunque le faltaba pisar zona venenosa. Defenderse con el balón de las individualidades galas era el santo y seña de Luis Enrique, y en esa faceta el plan de España fue óptimo en la primera parte porque logró borrar el ataque de los ‘bleus’, más allá del susto inicial. Otro cantar fue el apartado ofensivo, donde el bloque de Luis Enrique no pasó de un disparo mordido de Sarabia que atrapó Lloris sin problemas como único bagaje antes de pasar por la caseta.

Tenía un punto extra de ambición España, más unida y solidaria que esta Francia llena de egos. Se comprobó en una pugna en la que Pogba, asfixiado por la presión de los hombres de Luis Enrique, acabó revolviéndose contra Koundé, al que recriminó de modo iracundo que no le ofreciese una línea de pase para salir del atolladero. El rapapolvo pareció hacer mella en el central del Sevilla, que falló ante Sarabia y propició una ocasión que quedó en nada porque el polivalente jugador del Sporting de Portugal no encontró receptor para su centro.

Un gol que traerá cola

Con todo, Francia seguía siendo un enemigo capaz de arrasar a la carrera. La campeona del mundo sufre cuando tiene que pensar pero no tiene rival en las marchas largas. Lo recordó Pavard con un pase que logró cortar Marcos Alonso cuando Mbappé salivaba. Así se le escaparía el choque a España.

A La Roja le convenía un ritmo bajo. Y en eso Busquets es un maestro. El mediocentro del Barça dio un recital al corte, pero también en la confección. Un envío magistral suyo facultó el gol de Oyarzabal, que soltó las bridas de un partido hasta entonces adormilado. Mas la alegría le duró un suspiro a La Roja, porque Pogba desencadenó un ataque vertiginoso encontrando a Mbappé, que oteó a Benzema en la izquierda y se la cedió generoso. El delantero del Real Madrid divisó a Unai Simón y soltó un derechazo inapelable a la escuadra.

Francia, que antes de la diana de Oyarzabal ya había avisado con un disparo de Theo que se estrelló contra el travesaño, desató entonces toda su furia. Mbappé marró una entrega fantástica de Benzema, alfa y omega también de estos ‘bleus’ que le han acogido como el hijo pródigo que es. El talento de Bondy logró desquitarse, para desesperación de España. Porque Theo Hernández, uno de los grandes nombres de esta ‘final four’ en tierras transalpinas, encontró un resquicio en la zaga española y entregó para que el delantero resolviese con finura. La posición del atacante del PSG era discutible, pero el VAR validó la acción. Pues vale.

Ni por esas aceptó su suerte España, que acarició el empate con un disparo de Oyarzabal que respondió Lloris con firmeza y más aún en un latigazo de Yéremy a quemarropa que volvió a toparse con un arquero extraordinario. Llora España su suerte, pero motivos tiene para salir contenta. Porque de esta Liga de Naciones sale reafirmada en una idea que puede devolverle a lo más alto tarde o temprano.