Inicio Argentina Luján le hizo rezar el Padre Nuestro y el León recién lo...

Luján le hizo rezar el Padre Nuestro y el León recién lo superó en los penales

Por MARTÍN CABRERA
[email protected]

Le costó más de la cuenta. Mucho más. A tal punto que luego de ganar la serie de los penales los jugadores de Estudiantes fueron a saludar a sus rivales, en lugar de festejar con Jonatan Schunke y Mariano Andújar, los héroes de la serie.

El Pincha se clasificó, pero sufrió muchísimo. En los 90 minutos reglamentarios empató 0-0 contra Luján. Y recién en la definición por penales pudo torcerle el brazo a un bravo rival, dignísimo, que se defendió muy bien, pero también jugó a la pelota, con esfuerzo e inteligencia. Nunca en todo el partido Estudiantes pudo hacer pesar la diferencia de categorías.

En el primer tiempo el equipo de Leandro Benítez la pasó mal. Decididamente mal. Por primera vez en el ciclo Estudiantes estuvo desbordado desde lo táctico y desganado. No tuvo esa vehemencia de otros partidos. Nunca presionó en el mediocampo ni fue punzante por las bandas.

Por momentos Tití Rodríguez se tiró a la punta y Pellegrini se cerró. Pero no hubo caso, porque el equipo careció de un conductor y de jugadores que se supiesen desmarcar para ganar desde lo numérico. Fallaron los interiores. Fue una pobre versión, la más oscura desde que asumió el nuevo entrenador. Por momentos fue el mismo equipo que hace poco más de un año cayó contra Sport Pacífico de Mendoza.

Aun así tuvo tres chances claras de ponerse en ventaja. A los 12 minutos Jonatan Schnuke ganó de cabeza, pero salvaron el palo y el arquero. A los 24 Albertengo cabeceó solo debajo del arco, pero a las manos de Gustavo Ruhl. Y en el minuto final Fernando Zuqui probó desde afuera, un remate que pasó cerca.

La peor versión se vio en los 20 minutos finales del primer tiempo, cuando Luján verdaderamente fue dueño del partido, de las jugadas divididas y de las situaciones de riesgo. En la platea los hinchas se agarraban la cabeza y en el banco de suplentes Benítez movía la cabeza de izquierda a derecha, sin saber qué estaba pasando.

Poco cambió en el segundo tiempo. Pero al menos Luján se fue cerrando en el fondo y apostó por algunas contras, con Lucas Chambi, Joaquín Marcos y Juan Cruz Vera Borda. El equipo de la Basílica se aferró al cero sin tener que sufrir ni transformar a Gustavo Ruhl en figura.

EL CHINO BENÍTEZ METIÓ MANO EN EL COMPLEMENTO

El Chino metió mano. Adentro el Tanque Pavone y la Gata Fernández, dos históricos sin muchos minutos. Tampoco fueron solución y en la medida que pasaron los minutos el desgaste de los últimos partidos empezó a pasar factura. No fue la mejor opción la de jugar ayer, pero poco importó cuando el reloj corría más rápido que Usain Bolt.

En el tramo final el Pincha intentó tirarle la experiencia a su rival, que lejos de asustarse se agrandó. No pudo en todo el período realizar una jugada combinada. Casi que no le generó situaciones de gol. Lo mejor que había mostrado en este tiempo era el juego interior, algo que ayer careció. Por eso terminó apostando por desbordar por las bandas para el centro, muchas veces a ninguna parte. Se pareció mucho al Estudiantes de Lucas Bernardi ayer.

Descordinado, sin ideas y agobiado. Es verdad que le cayeron todas las fichas del desgaste de los últimos partidos. Es una excusa hasta ahí, que ni siquiera los jugadores quisieron poner adelante de todo. “Se jugó mal”, coincidieron todos.

Pero zafó. Esta vez tuvo un Dios a su lado. En los penales la jerarquía fue abismal. La Gata, Pavone, Tití y Schunke patearon fuerte y a los palos. Cuatro goles. Del otro lado, Chambi la mandó afuera y a Alan Seguel se lo atajó Andújar. Sólo Monasterio la pudo meter. Y la victoria se fue para La Plata, con mucho sufrimiento y dudas que deberán erradicarse en las próximas semanas. Por lo pronto avanzó a octavos de la Copa Argentina, una competencia que lo tiene como protagonista de un lado de la llave “accesible”. Pero claro, jugando como ayer no podrá llegar muy lejos. Lo bueno es que ganó, y tendrá unos días para trabajar más sereno.