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Manchester, ¿cómo hemos llegado a esto?

Manchester, ¿cómo hemos llegado a esto?

Publicado por el may23, 2017

Pensábamos que los desalmados de Daesh no podían caer más bajo. Conocíamos sus violaciones masivas, sabíamos que habían convertido a niños sirios en matarifes, vivimos el secuestro y tortura de compatriotas a manos de sus huestes y asistimos impotentes a la destrucción de la preciosa Palmira. Pero lo de anoche en Manchester es el no va más de la abyección. Con su incalificable matanza de chavales, los combatientes del califato del terror nos han hecho pasar de la perplejidad a la náusea. Su deletérea embestida no distingue. Para ellos vale todo porque nos detestan y en su guerra ensoñada niños y niñas son también objetivos legítimos. Qué asco.

Como en las vísperas de las elecciones francesas, su último ataque busca desestabilizar a una de las grandes democracias europeas, la británica, poco antes de que se manifieste la sagrada voluntad popular. Ojalá que, como hicieron los franceses, los británicos también resistan la invitación al odio que persiguen atrocidades como la del Manchester Arena.

Resulta imposible encontrar algo bueno en esta historia. No obstante, sabemos bien que el dolor compartido del terrorismo puede servir para restaurar los lazos dañados entre los miembros de una comunidad. Y en Reino Unido no les vendrán mal algunas dosis de unidad recobrada. Tampoco, darse cuenta de que, pese al Brexit, la amenaza que sufren es la misma que castiga a otros pueblos europeos.

El último zarpazo de la hidra yihadista llega apenas unas horas después del señalado discurso de Donald Trump en la capital de Arabia Saudí. El presidente estadounidense pidió a los países musulmanes que expulsen a los integristas de sus comunidades, pero, como prueba la ya larga lista de atentados en suelo occidental, no es solo en tierras del islam donde habitan los fanáticos. Asesinos y potenciales asesinos viven ya hace tiempo entre nosotros.

Lo que pide el cuerpo en un día como el de hoy es maldecirlos. Aunque parece mucho más aconsejable, incluso en momentos de duelo, reflexionar. Y eso nos puede conducir a algunas cuestiones incómodas. Trump selló un Riad un nuevo contrato milmillonario de suministro de armamento al reino saudí, que destaca por su olímpico desprecio a los derechos humanos y por ser el principal sostén del wahabismo, el islam más retrógrado. España es otro de los países que figuran entre los proveedores de tecnología militar a Arabia Saudí, que lleva a cabo intensos bombardeos en Yemen y de la que se sospecha que financia el terrorismo global.

Hoy en Manchester lloramos a nuestros hijos y mañana los enterraremos, pero, ¿soportaremos hacernos la pregunta de si no somos nosotros mismos quienes armamos a sus verdugos? Todo esto es muy duro, sí.

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