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La superfluidad de los ojos de los kiwis

El rowi o kiwi pardo de Okarita [Departamento de Conservación de Nueva Zelanda].

Antes de la llegada de los seres humanos a Nueva Zelanda apenas si había allá mamíferos terrestres. Pudieron por eso las aves ocupar muchos nichos ecológicos. Así, el papel de devorador nocturno de insectos lo ocuparon los kiwis, de los que, según la taxonomía actual, existen entre tres y cinco especies diferentes. Como adaptación a una forma nocturna de vida tienen, entre otras características, unos sentidos del olfato y del tacto muy desarrollados, mientras que los ojos solo desempeñan una función subordinada. Alan Tennyson, del Museo Nacional Te Papa Tongarewa, en Wellington, y sus colaboradores suponen que, según se desprende de sus investigaciones, los órganos visuales del pájaro nacional podrían estar sufriendo incluso una evolución regresiva porque son superfluos. Su estudio se ha publicado en BMC Biology.

Los biólogos han investigado unos 160 ejemplares de Apteryx rowi, el kiwi pardo de Okarito o rowi, una especie muy amenazada (solo quedan 400 ejemplares, que viven en un pequeño territorio de la costa occidental de la isla Sur de Nueva Zelanda). Alrededor de una tercera parte de los individuos estudiados sufren dolencias oculares. Tres estaban incluso ciegos, y sin embargo se encontraban en muy buen estado corporal. Eso muestra que a los kiwis les puede ir muy bien en su hábitat aunque no vean; que aun así se hacen con suficiente alimento y esquivan a sus predadores. Una investigación más detallada mostró que esos tres animales ciegos sobrevivieron durante meses e incluso años sin los ojos. Tras la primera campaña, que se realizó en 2013, se les colocaron a las aves emisores vía satélite y se las observó durante los cuatro años siguientes, sin que pareciese que su ceguera las perjudicase. Uno de los kiwis hasta se emparejó, si bien los investigadores ignoran si la relación tuvo éxito.

Este resultado es único entre las aves: hasta ahora no se conocía ninguna especie en la que los ejemplares ciegos pudiesen sobrevivir en la naturaleza durante años. Algunos científicos se preguntan si no habrá mutaciones genéticas que hagan que los ojos de los kiwis, que ya no los necesitan, estén en recesión. Es sabido que en el kiwi pardo de la isla Norte (Apteryx mantelli), muy emparentado con Apteryx rowi, un gen relacionado con la percepción del color, y que por lo tanto de noche apenas tiene sentido, ya está desactivado. Es posible que también desempeñe un papel el gen denominado Sonic hedgehog: en muchos vertebrados codifica una molécula señalizadora que interviene en diversos estadios del desarrollo y que debe ser la responsable de que, entre otros animales, la llamada sardina ciega mexicana (Astyanax mexicanus o Astyanax jordani), un pez tetra, no desarrolle ojos.

En cuanto al kiwi pardo de Okarita, las conexiones genéticas tienen todavía que ser elucidadas. No pueden descartarse defectos genéticos debidos al restringido acervo genético de la especie. La especie corre riesgo de extinción por la presión que ejercen sobre ella animales introducidos en la isla.

Daniel Lingenhöhl/spektrum.de

Artículo traducido y adaptado por Investigación y Ciencia con permiso de Spektrum der Wissenschaft.

Referencia: «Blind free-living kiwi offer a unique window into the ecology and evolution of vertebrate vision», de Bret A. Moore et al. en BMC Biology 2017 15:85